sábado, 6 de abril de 2019

¿Podrían dejar de llamar fetish a fiestas de sexo?

Como decía en este post, el fetish o sexo fetichista es sexo no centrado en la penetración. El sexo "normal", al que algunos fetichistas preferimos llamar sexo vainilla, está basado en el culto al pene y a la penetración; el objetivo es la penetración, toda la actividad sexual gira en torno a ella y el resto de prácticas se convierten en preliminares o en complementos cuya función es facilitarla.

En el fetish, esos otros elementos complementarios o preliminares pasan a ocupar el primer plano. Un amante del BDSM puede disfrutar, y mucho, una sesión de bondage (atar) o de spanking (azotar) en la que no hay contacto sexual. Esto no quiere decir que no pueda haber también penetración, oral, anal o ambas, en el BDSM pero no son el objetivo último de la sesión; si lo son es que probablemente no se trate de BDSM. Disfrutar del tacto de la goma o del cuero, en tu cuerpo o en el de otra persona, es otro de los fetiches más comunes. Otros fetiches son juegos de rol en los que los participantes asumen el comportamiento de un perro (el pup play) o de un niño o bebé (age play o adult babies). 

Por lo tanto, el término sexo fetichista no es del todo correcto, salvo que pensemos en un concepto de sexo mucho más amplio que el de lo que se suele llamar relaciones sexuales, porque hay personas que no buscan un contacto sexual directo sino solo gozar de determinada ropa, materiales, juegos o roles.

La iconografía fetish es muy erótica y está muy trabajada, porque para los fetichistes la iconografía es fundamental en su sexualidad; por lo tanto es pasto de apropiación por parte de la industria del sexo y por extensión del ocio nocturno. Viendo los carteles de muchas fiestas de las discotecas gays de Madrid podríamos pensar que la capital de España es un paraíso fetish cuando la realidad es más bien la contraria: en Madrid no existe ningún local gay fetichista.Toda la estética leather de bares y discotecas es eso, estética. 

Como muestra basta ver la web de Sleazy Madrid, el presunto gran encuentro fetish de la ciudad, en cuyas fotos brillan por su ausencia los uniformes de cuero, goma, pups, deporte, etc. y solo se ve lo de siempre, torsos desnudos con algún que otro pequeño arnés que no tape ningún músculo. Cuando se habla de códigos de ropa en Madrid las opciones se reducen a dos: gayumbos o desnudo, cuando las fiestas nudistas son lo más opuesto que puede haber al fetish.




Con esto no pretendo criticar las fiestas de sexo ni los locales de sexo; son estupendos, pero llamemos a las cosas por su nombre. Son fiestas de sexo (o sex parties, que queda más cool), no son fetish. No se trata de pensar que el fetish es algo superior ni pretendo ser selecto ni repartir carnés de fetichista; pero el lenguaje tiene una función, que es permitirnos identificar las cosas y comprender conceptos, y si empezamos a llamar a unas cosas por el nombre de otras lo que creamos es confusión, y bastante perdida anda ya la gente. 

A quien le guste ir sin camiseta y con el arnés de cuero está en su perfecto derecho y no lo critico en absoluto; sí critico que diga que es un fetichista del cuero porque no lo es. Un fetichista del cuero quiere vestir camisa y pantalón de cuero y sentir el cuero sobre su piel, no ir desnudo con una tira minúscula de cuero alrededor de los sobacos. Igual que quien le gusta que le den una palmada en el culo mientras lo follan no es un fetichista del spanking (seguramente ni sabrá ni lo que es spanking, ni tiene ninguna necesidad de saberlo) ni del BDSM. ¿Parece que estoy criticando a quien le gusta que le den una palmada en el culo mientras lo follan? Si es así, nada más lejos de mi intención, solo llamar a las cosas por su nombre.

Estas falsas fiestas fetish aparentemente dan visibilidad a la cultura fetichista, pero me temo que sus efectos negativos son superiores a los positivos: al apropiarse el sexo vainilla del vocabulario y de la estética del mundo fetichista nos dejan a los fetichistas sin formas de expresión y al final nos acaban invisibilizando todavía más. Y ahondan en la idea de que los fetichistas somos amantes del sexo duro, viciosos, que nos va todo, etc. Y muchos fetichistas lo son, pero otros para nada. A muchos amantes del bondage, casi me atrevería a decir que a la mayoría, no les interesa ir a una fiesta desnudos ni en calzoncillos ni les gusta el guarreo ni que les follen duro. Y con esto, insisto, no quiero decir que los amantes del bondage a los que sí les gustan las fiestas nudistas, el sexo duro y el guarreo sean menos legítimos como amantes del bondage. Simplemente digo que son dos cosas independientes.