miércoles, 5 de agosto de 2020

¿No te gusta el sexo anal? No eres el único

Sexo anal y BDSM

En primer lugar, aclaro que no estoy diciendo que a los amantes del BDSM no les guste el sexo anal, ni que haya ningún tipo de contradicción entre las dos cosas, ni voy a escribir nada en contra del sexo anal en sí, solo en contra del sexo anal como imposición si eres un hombre gay.

Hay gente que le gusta el BDSM y le encanta el sexo anal, y gente que no le gusta el sexo anal ni tampoco le interesa el BDSM. Pero sí creo que entre los amantes del BDSM hay un porcentaje más alto de personas que no basan su sexualidad en la penetración anal que entre el resto de los hombres gay, y esta es la razón de que crea que este artículo está ligado con la temática del blog y no es off topic (aunque si lo fuera, es mi blog y escribo de lo que me da la gana, jeje). Y a partir de aquí ya dejo el tema del fetish y del BDSM y me centro en el sexo anal en sí.

¿Ser gay implica que te guste el sexo anal?

La intención de este post es deshacer la equivalencia que muchos ven entre ser gay y ser amante del sexo anal. Hay hombres hetero a los que les gusta el sexo anal y también hombres gay a quienes no les gusta.

Por otra parte, también hay una diferencia entre penetración anal y sexo anal, puesto que lo último abarca también la penetración con dedos, plugs, etc. Puede haber quien disfrute con lo segundo pero no con lo primero, pero esos casos creo que se quedan también fuera de lo que es la sexualidad dominante y que los podemos incluir junto a quienes no sienten inclinación ante ninguna forma de sexo anal. Así que a partir de aquí hablaré de sexo anal y de penetración anal indistintamente.

¿Eres activo o pasivo?

La obligatoriedad que algunos ven de practicar penetración anal si eres gay viene de un concepto en mi opinión limitado de la sexualidad, que todavía arrastramos. Por detrás está la antigua idea rancia de que la "auténtica" sexualidad deriva de la necesidad de reproducirse, que el sexo es un "instinto bajo" que solo puede justificarse si se hace por la causa noble de tener hijos, y por lo tanto la sexualidad debe estar basada en la genitalidad y en la penetración vaginal; todas las otras prácticas sexuales se consideraban, y se siguen considerando, de rango inferior. Antiguamente se llamaban desviaciones o perversiones (la palabra heterosexual, igual que homosexual, se creó para designar lo que se consideraba una patología) y solo en las últimas décadas hay más permisividad y han pasado a considerarse aceptables, pero bajo una condición de juegos previos o preliminares para favorecer la penetración vaginal, que es el "auténtico sexo" y lo único que realmente puede llamarse así.

El sexo entre dos hombres estuvo mal visto, y de hecho criminalizado, durante mucho tiempo, precisamente por no poder tener esa función reproductiva. Ahora que se acepta, es también solo bajo la condición de que siga los patrones del "auténtico sexo" heterosexual: es decir, que un miembro de la pareja haga el rol de hombre, el activo, y otro el de la mujer, el pasivo, y, ante la ausencia de vagina, que usen el ano como sustitutivo.

Muchos hombres gays aceptan sin problemas este esquema y se identifican con un rol o con el otro; por supuesto no tengo nada en contra de ello y me parece genial que cada cual disfrute como quiera, lo que no me gusta es que se nos imponga este modelo activo - pasivo a todos los hombres gays. La solución de que quien no se identifique como activo ni como pasivo se meta en la etiqueta intermedia de versátil, tampoco es válida en todos los casos. Sigue dejándonos fuera del tablero de juego a quienes no vemos la penetración anal como el centro de nuestra sexualidad.

El punto G de la próstata

La próstata es una de las zonas erógenas más importantes para muchos hombres, de ahí que haya tantos pasivos para los que la estimulación anal es el mayor placer imaginable. Pero hay gente que piensa que todos los hombres tenemos las mismas zonas erógenas, lo cual es mentira. La única zona erógena común a todos es el pene; que los testículos, el ano, los pezones, el cuello, etc. sean o no una zona erógena ya varía según cada persona. Es un error lanzarse a pellizcarle los pezones a un desconocido con el que acabamos de ligar, o introducirle un dedo en el ano, y dar por hecho que le va a gustar; mejor ir poco a poco y ver su reacción para ver si tiene o no una zona erógena en esa parte, si hemos acertado o si corremos riesgo de meter la pata.

Los que yo llamo "pasivos naturales", porque tienen una zona erógena muy potente en la próstata y disfrutan mucho con la penetración anal, es probable que sean mayoría entre los hombres gays, al menos a juzgar por los perfiles que se ven en las aplicaciones. Pero eso no significa que todos los que no somos pasivos naturales y no disfrutamos con el sexo anal en el rol pasivo, tengamos la obligación de ser activos para darles placer, simplemente porque ellos son mayoría. Yo no voy exigiendo a todas mis parejas sexuales que disfruten dejándose atar, azotar y haciéndome sexo oral, aunque sea lo que a mí más me excita; el sexo, y la vida en general, debe ser toma y daca, no solo que los otros hagan lo que a nosotros nos gusta. Las otras personas no son nuestros objetos sexuales.

¿Qué puedes hacer para que alguien a quien no le interesa el sexo anal sí lo disfrute contigo?

Respuesta corta: nada, aparte de aceptar y respetar sus preferencias.

Respuesta larga: yo, y otras personas como yo, nunca vamos a ser entusiastas de la penetración. En una relación sentimental, o con una pareja sexual con la que nos encontremos muy a gusto, y sobre todo que no nos presione en relación con esto, pues igual conseguimos introducirla en nuestra vida sexual con cierto éxito, pero no te vengas muy arriba, nunca va a ser lo que más deseemos y siempre vamos a preferir otras prácticas.

Y, por favor, no pienses que vas a hacer "cambiar" a nadie, ni que le vas a descubrir a nadie la pólvora, ni tampoco le pidas explicaciones de por qué no le gusta. Que en 2020 siga encontrándome personas que me preguntan por qué no me gusta hacer sexo anal, y mucho más con desconocidos o con amantes esporádicos que conozco en una aplicación, es lamentable; es igual de absurdo que preguntarle a un hetero por qué prefiere las tías con lo buenos que están los tíos. Cada uno tiene sus preferencias y punto.

Por supuesto reconozco que sí, que puede haber chicos que no quieran practicar sexo anal por represión, o por miedo a la falta de higiene, o a que a lo mejor han tenido malas experiencias y no han dado con la persona correcta con la que disfrutarlo. Pero en gente que pasa de, pongamos, 30 años, y que no acaba de salir del armario hace poco, sino que tiene ya una cierta experiencia, pues no puede ser que siempre hayamos dado con gente que lo hace mal; simplemente es que la penetración anal no es lo nuestro. Si piensas que un gay que no le guste el sexo anal es que tiene algún problema, pues a lo mejor eres tú el que tiene un problema y nunca te lo has planteado.

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