sábado, 22 de junio de 2019

En defensa del porno

Periódicamente, a raíz del caso de La Manada y similares, se leen en la prensa artículos que vinculan pornografía con violencia. Quienes lo hacen se refieren a violencia contra la mujer e ignoran que un porcentaje importante de la pornografía es gay, lo que desde luego tiene su gracia y es digno de comentario, pero como practicante de BDSM, autor de un blog que defiende el fetichismo y el BDSM en particular, consumidor de pornografía BDSM, mayoritariamente gay pero a veces también hetero, me siento afectado por este tema y me apetece dar mi visión del mismo, sobre todo cuando representantes públicos, personas que están en el Congreso, piden una "regulación" de la pornografía que me parece muy preocupante: https://www.diariodeleon.es/noticias/leon/diputada-socialista-andrea-fernandez-reivindica-regulacion-pornografia-acabar-manadas-trabajara-prohibir-prostitucion_1340044.html

Francamente, no veo qué tipo de "regulación" pretende esta chica que no sea censura o prohibición, así que sus palabras me suenan a una vuelta a tiempos bastante tristes.

La cultura de la violación es un problema real

Estoy totalmente de acuerdo en el problema que exponen estos detractores (detractoras en su mayoría) de la pornografía, pero difiero totalmente en la solución. Precisamente que haya gente joven, aunque solo joven en el DNI porque la mentalidad no puede ser más antigua, que piense como esta congresista es muy representativo del retroceso que está habiendo en cuanto a la cultura sexual; pero no quiero caer en el tópico rancio y cansino de una generación que raja de las que vienen detrás. La juventud no ha inventado la forma en la que se concibe hoy la sexualidad, solo refleja lo que las generaciones anteriores les hemos enseñado. Si ellos están perdidos es o bien porque nosotros también lo estamos, o bien porque no sabemos transmitir lo que hemos aprendido. El caso es que es cierto que el concepto más extendido de la sexualidad sigue siendo machista, probablemente más machista que nunca, y en mi opinión muy pobre y poco satisfactorio: sexo basada en el culto al pene, a la penetración y a la dominación del macho, aunque paradójicamente al mismo tiempo se mira mal y se caricaturiza el BDSM, o se lo identifica falsamente con ese tipo de sexualidad, aunque ya expliqué en otros posts que tiene más bien poco que ver.

Hablando del mundo gay masculino, que es lo que más conozco, el modelo de sexualidad dominante, que todos podemos ver haciéndonos un perfil en cualquier aplicación, está basado en la dualidad activo-pasivo, la búsqueda de pollones y la obsesión por la longitud del pene. Lo absurdo de esa obsesión lo demuestra que no existe o apenas existe lo contrario, activos que vayan buscando un determinado tipo de culo en el pasivo. De hecho, aunque sí hay un cierto criterio de lo que es un buen o mal culo, no existe un canon del culo perfecto: hay amantes de los culos grandes y pequeños, más o menos redondos, más o menos prominentes .... Sin embargo solo existe un canon de pene bonito: muy largo y gordo (no digo que todos los amantes de los penes caigan en ese estereotipo, pero sí que es muy frecuente). También el concepto de cuerpo deseable se va estrechando cada vez más: ya no existen diferentes modelos de cuerpos bonitos, los cuerpos delgados o redondos se van quedando fuera de la norma y solo existe una opción: los biceps y pectorales inflados hasta lo ridículo y la tableta de chocolate, sin importar que las piernas sean enclenques y que el cuerpo en su conjunto sea desproporcionado y casi diría que un tanto monstruoso.

Y la fantasía sexual dominante es la de convertirse en uno de esos machotes de pene enorme y músculos ciclados, o más bien, el de ser sometido, degradado, violado y "reventado" por ellos, así que no me parece exagerado llamar a este concepto de la sexualidad cultura de la violación como hacen las detractoras del porno. Es decir, es el mismo concepto del sexo heterosexual más rancio (iba a decir trasnochado, pero por desgracia no es así, es la más rabiosa actualidad), asumiendo el activo el papel del hombre y el pasivo el de la mujer.

También es verdad, como afirman las detractoras del porno, que además, mucha gente, y no solo los jóvenes, parece tener cada vez más problemas en distinguir entre fantasía y realidad, entre porno y sexualidad real, y pretende que sus cuerpos o los cuerpos de sus parejas sexuales sean como los de las películas porno y que sus encuentros sexuales sean también así, con erecciones instantáneas, continuas y eternas y eyaculaciones explosivas. Su frustración y la de las personas con las que se relacionan, que también se pasan la vida buscando una y otra vez en vano el polvazo mágico que ven en las películas, está más que garantizada.

Pero, ¿es culpa de la pornografía?

Así que sí estoy de acuerdo en que existe esa cultura del machismo y de la violación, pero no en echarle la culpa a la pornografía. En primer lugar porque quien lo hace está buscando un chivo expiatorio fácil y cae en un error que ya se ha cometido en el pasado y que debería estar superado; pero igual que muchas personas muy jóvenes tienen un concepto rancio y antiguo de la sexualidad, aplican también el modelo rancio de la prohibición y la represión a la hora de enfrentarse a los problemas.

En primer lugar, la pornografía es machista porque la sociedad es machista, y no al revés. Las productoras de porno no son conspiradores que buscan un mundo más machista, solo responden a necesidades de mercado: si lo que más demanda tiene son vídeos de supermachos pollones arrogantes abusando de mujeres o de hombres pasivos tratados como objetos, pues eso es lo que más ofrecen. Si otro tipo de contenidos menos machistas tuvieran la misma aceptación, dudo mucho que fueran a renunciar a  ganar dinero ofreciéndolos.

Por otra parte, si la pornografía está haciendo un papel, que no le corresponde en absoluto, de educar en la sexualidad, eso será porque los preadolescentes y adolescentes, que tienen una curiosidad totalmente natural por el sexo, al parecer no disponen de fuentes de información distintas del porno. Que su concepto de la sexualidad venga del porno es un problema muy grave, pero la solución no es quitarles la única fuente de información que tienen sino darles mejores alternativas. Cuando dispongan de otras fuentes más adecuadas y ricas, ellos mismos tendrán menos interés por la pornografía y la pondrán en el lugar que le corresponde; la prioridad no es quitarles la pornografía, sino darles otras opciones. Es muy cómodo apuntar a un blanco fácil como el porno en lugar de a madres, padres, familias, un sistema educativo, unos medios de comunicación y una Administración que no están haciendo bien su trabajo. Pero la cobardía ha sido siempre un ingrediente fundamental del puritanismo.

Y si hablamos de adultos, tampoco la pornografía es la culpable de que vivamos en una sociedad individualista y narcisista en la que las personas cada vez socializan y hablan menos, tienen cada vez menos capacidad de sentir y dar afecto, y prefieren aislarse en sus móviles y tabletas y buscar en las aplicaciones sexo, un sexo además deshumanizado y de fantasías irrealizables y frustrantes. La pornografía no es un poder fáctico de la sociedad como ingenuamente creen sus detractores, es solo un negocio que refleja nuestras fantasías; si no nos gusta lo que vemos cuando nos miramos en el espejo, la solución no es romper el espejo ni taparlo, lo que pasa es que eso es mucho más fácil que intentar cambiarnos a nosotros mismos.

Si tienen alguna duda al respecto, las feministas antiporno solamente tienen que fijarse en quienes son sus únicos aliados en esa causa: la extrema derecha y el integrismo religioso. Pensar que vamos a conseguir una sexualidad y una sociedad más humana, menos machista y más satisfactoria prohibiendo la pornografía es como pensar que vamos a acabar con el cambio climático prohibiendo los termómetros que nos dicen que la temperatura está subiendo.

No toda la pornografía es mainstream

Los detractores del porno desconocen el género que tanto odian; solo conocen el porno mainstream, un negocio muy lucrativo, pero existe también porno alternativo y minoritario. Si uno echa un vistazo al porno amateur o semiamateur de Clips4sale, se va a encontrar cuerpos no normativos y todo tipo de fetichismos, un mundo donde las personas de cierta edad o con kilos de más pueden ser también deseables, donde el culto a la dominación de los penes enormes ya no es tan frecuente y donde no existe realmente ánimo de lucro, sino solamente llegar a cubrir los costes de los vídeos.

Quiero romper una lanza por las pequeñas productoras que cuando era adolescente me ayudaron  a saber que yo no era la única persona en el mundo con fantasías BDSM, que me enseñaron de hecho que aquello se llamaba BDSM, y que me ofrecieron no solo ratos de placer sino saber que, por pequeña y escondida que estuviera, existía por ahí una comunidad de personas con aficiones parecidas a las mías a los que cuando fuera adulto podría intentar contactar. No digo que el porno sea una ONG, pero sí que existe un porno minoritario cuyo objetivo no es el lucro, porque el volumen de negocio apenas cubre gastos y paga a los modelos de los vídeos, y que ayuda a hacer realidad fantasías y modelos alternativos de sexualidad, a compartirlos y a crear comunidad. Y no me cabe duda de que sería ese porno alternativo es que más sufriera con la "regulación", mientras que el mainstream se las arreglaría para burlar la normativa y mantener el negocio.