miércoles, 9 de marzo de 2022

Subfetiches

La entrada anterior del blog ofrecía un listado de fetiches clasificados en función de la mayor o menor frecuencia con la que se dan. 

Recuerdo que lo que yo llamo fetiches son prácticas sexuales que no están basadas en la penetración, y lo distingo de morbos, que sería la preferencia por personas con una determinada característica física (por ejemplo, los pelirrojos), o por situaciones o lugares para llevar a cabo un encuentro sexual (por ejemplo, el sexo en espacios abiertos).

Lo que caracteriza a un fetiche es contar con entidad sexual por sí mismo; aunque se trata de prácticas anodinas o incluso desagradables para la mayoría de la población, o tal vez excitantes pero solo como preludio o juego previo a la penetración, el fetichista tiene una pulsión sexual enorme hacia ellas y las convierte en el centro de su sexualidad. Un amante del spanking o del bondage puede quedar con otra persona para practicar su fetiche sin necesidad de tener además sexo convencional con ella y ese encuentro para él es pleno y gratificante (si sale bien y hay buena química, claro), no lo ve como algo incompleto porque no haya habido también penetración ni porque no se haya jugado además a otras prácticas BDSM.

Sub y superfetiches 


Luego también hay prácticas sexuales que están en el espectro del fetichismo, por no estar basadas en la penetración, pero que carecen de entidad suficiente para protagonizar o para ser el centro de una sesión, sino que se disfrutan normalmente junto con otras prácticas. A eso es a lo que voy a llamar subfetiches.

Junto a los subfetiches, existiría también lo contrario, superfetiches: amalgamas de diferentes fetiches que funcionan como una unidad. El BDSM sería un superfetiche, el único que se me ocurre, de hecho. No es una práctica sexual aislada, sino un conjunto de prácticas que funcionan como una unidad, cuyo objetivo es lograr una sensación de dominación de uno de los jugadores y de sumisión del otro.

Por otra parte, todos los fetiches pueden funcionar como subfetiche; por ejemplo el spanking o el bondage pueden funcionar como subfetiches dentro de una sesión BDSM. Pero existen fetichistas especializados en spanking o en bondage que no están interesados en otras prácticas BDSM, y que de hecho no se identifican con la etiqueta BDSM. Sin embargo, los subfetiches de los que hablaré a continuación no tienen esa entidad propia; no existen, o al menos yo no me los he encontrado, fetichistas que estén interesados solo en esa práctica y no en ninguna otra.

Las subespecialidades del spanking

Los diferentes instrumentos que sirven para azotar funcionan a veces como subfetiches, ya que hay amantes del spanking que tienen una preferencia muy marcada por alguno de ellos. La zapatilla o la chancla y el cinturón son los más habituales en España por motivos culturales. En Reino Unido y Alemania, en cambio, el mayor subfetiche relacionado con spanking es la vara, en Francia el martinete, un latiguillo pequeño, y  en Estados Unidos la pala, usada hasta hace poco tiempo en institutos y en fraternidades universitarias.

Por otra parte, para algunos amantes del SM, la rama del BDSM especializada en el dolor, el spanking funcionaría como subfetiche dentro de la flagelación. Sin embargo, puesto que la inmensa mayoría de las personas a las que les gusta azotar o ser azotados tienen una marcada preferencia por hacerlo en las nalgas, me parece más adecuado verlo al contrario, y tomar la flagelación en otras zonas del cuerpo como un subfetiche. Nunca me he encontrado con alguien que solo quiera ser azotado en la espalda o en los pies, y no en el culo.

La flagelación en la mitad superior de la espalda con un látigo, y el bastinado, que es azotar la planta de los pies con una vara, un castigo de mucha tradición en el mundo musulmán, son los subfetiches más frecuentes relacionados con el spanking. Es más raro, y también peligroso y poco recomendable, la flagelación del torso o del estómago.

Las subespecialidades del bondage

El bondage se ha convertido recientemente en una práctica de moda entre cierta clase social, lo que en Francia se llama bobos (bohemio-burgueses), por lo que a veces, cuando algunos pretenden distinguir entre bondage y kinbaku, o cuando se declaran fans del shibari, es difícil saber si estamos ante subfetiches o ante mero postureo.

Sí es cierto que, antes de que se llamara shibari y se rodeara de un halo elitista, siempre ha habido amantes del bondage especialmente atraídos por la suspensión, estar colgados del techo o de aparatos sin posarse ni apoyarse en ninguna superficie horizontal. El otro subfetiche relevante vinculado con el bondage es la momificación, bondage extremo en que todo el cuerpo se encuentra ceñido y comprimido por vendas o por plástico.

Subfetiches BDSM

He aquí una relación de prácticas que no llegan a constituir fetiches independientes pero que para algunos dan mucho salseo a una sesión BDSM:

- Las pinzas. Normalmente se colocan en los pezones, pero no faltan amantes de este subfetiche a los que les gusta llevarlas en prácticamente cualquier otra parte del cuerpo. 

- Las cosquillas. No requiere mayor explicación; para algunas personas, especialmente sensibles, es una práctica muy erótica.

- La cera. Una práctica muy difundida a través de películas, pero no muy habitual por lo engorrosa y sucia que resulta. Personalmente apenas tengo experiencia con velas, pero lo que he leído es que no valen las que se ponen en el cementerio, sino que deben ser de un material especial para que no produzcan quemaduras.

- La lluvia dorada. Hay "human toilets" muy amantes de este subfetiche, aunque sin que deje de ser un subfetiche, es decir, por lo que sé siempre va acompañado de otras formas de humillación. 

- El guarreo. Probablemente el subfetiche más de moda en los últimos años. Disfrutar del sudor, la saliva, los olores corporales intensos, del contacto con piel que no ha pasado por la ducha recientemente .... A diferencia del resto de prácticas de esta lista, puede funcionar sin un componente de humillación, y por lo tanto como algo totalmente fuera del BDSM. Una variante del guarreo es el culto a los sobacos.

- La castidad. Se puede hacer de manera light, a través de anillos para el pene y los genitales, o cock rings, o bien de forma más extrema mediante jaulas que imposibilitan la erección y que se llevan durante periodos largos de tiempo fuera de la sesión.

- Los plugs. A diferencia de los dildos, que son apoyos al sexo o a la masturbación, tienen un mayor componente de humillación y de sumisión. Se dejan puestos mientras se llevan a cabo otras prácticas durante una sesión, o incluso el sumiso los lleva en su vida cotidiana, como las jaulas de castidad.

- El electro. En su variante light y más habitual, se trata de plugs o de masturbadores con pilas que estimulan al sumiso de manera automática mientras el amo le hace otras cosas. Pero existe también una variante extrema, que consiste en aplicar descargas de corriente a través de electrodos que se ponen en la piel. Si alguien nos propone jugar con electro, por lo tanto, es importante aclarar a qué se refiere.