sábado, 26 de diciembre de 2020

Vida en pareja y BDSM

Los amantes del BDSM son como todo el mundo: a algunos les gusta vivir en pareja y a otros no; tal vez no estaría de más dedicar otro post a explicar que no todo el mundo prefiere vivir en pareja, pero supongo que quienes piensan que buscar pareja es "lo normal", y quien se encuentra cómodo viviendo sin una pareja estable y no tiene especial interés en encontrarla es un vicioso o un "rarito", no va a estar leyendo un blog sobre BDSM, así que por ahora ese punto lo voy a dar por sobreentendido.

Buscar un novio que comparta tu fetiche

He conocido a algunas parejas en las que ambos eran amantes del BDSM y, evidentemente, practicaban sus juegos y sus fetiches dentro de su relación de pareja. Supongo que esto es lo ideal, pero es muy difícil: me he encontrado muy pocos casos, y en España ninguno. Si ya encontrar a alguien que nos atraiga físicamente, con el que nos entendamos bien, con el que podamos convivir, que el sexo funcione bien, etc., es extremadamente complicado, pues para los fetichistas esperar que aparezca alguien compatible con nosotros en todos esos aspectos y que encima comparta nuestro fetiche con la misma intensidad con la que nosotros lo vivimos pues, francamente, no es un plan realista; es más fácil que te toque la lotería.

  

Parejas fetichista - vainilla

Así que lo más habitual es que un fetichista que busque pareja acabe en una relación con un vainilla que no comparte para nada su fetiche. Evidentemente esto va a ser siempre una fuente potencial de conflictos, pero es verdad que no existen parejas que no tengan ningún conflicto. No hay una regla general sino que he conocido todo tipo de casos, como, por otro lado, siempre ocurre cuando hablamos de cualquier tema de pareja: novios que ignoran, o que no quieren saber, que a su chico hay un fetiche que le pone a cien, otros que lo saben y no le dan importancia a que su chico quede con otros fetichistas, y otros que no les hace mucha gracia el tema.

A veces ocurre que alguien consigue atraer a su pareja a su fetiche, y resulta que el miembro vainilla de la pareja acaba por no ser tan vainilla como se pensaba. Pero no es lo habitual; intentar vivir el fetiche en pareja cuando a uno de los dos no le va el tema, no suele funcionar. No se aprende a ser fetichista; puede haber gente que tenga un lado fetish que desconocía y lo desarrolla al dar con la pareja adecuada. Pero si la pareja lo prueba y no funciona desde el principio, no va a acabar funcionando bien con el tiempo.

Tampoco suele dar buen resultado a largo plazo que sea el fetichista el que se adapte renunciando a su fetiche. Ojo porque suele ocurrir que, al comienzo de la pareja parece que el fetichista se ha "convertido" al sexo vainilla, pero a medida que pasa el tiempo y que todo lo que era nuevo y maravilloso al principio se va convirtiendo en rutina, empieza a haber el desgaste en la vida sexual que es inevitable en cualquier pareja, y entonces el fetichista va a volver a sentir ganas, y cada vez más intensas, de practicar su fetiche. 

Si la pareja es lo suficientemente fuerte para soportar el conflicto que inevitablemente surge, el resultado es que el fetichista volverá a quedar con gente que comparta su fetiche, idealmente con conocimiento y consentimiento de su pareja. A veces la pareja se abre totalmente, pero a veces solo a medias: el fetichista queda con gente para practicar su fetiche con la condición de no tener relaciones sexuales completas, o de no tenerlas de ningún tipo, en sus encuentros fetish.

¿Es infidelidad practicar BDSM con alguien que no es tu pareja?

Ahí surge la cuestión de si practicar un fetiche con alguien diferente de tu pareja es o no una infidelidad. Recordemos que en el mundo BDSM puede haber sesiones en que un chico azota a otro, o lo ata y lo inmoviliza, sin que haya lo que en el mundo vainilla se entiende por "sexo", por lo que técnicamente no se estaría incurriendo en ninguna infidelidad. Lo que ocurre es que, por una parte, existe una gratificación sexual en estas prácticas incluso aunque no haya "roce" de ningún tipo por lo que decir que no ha habido sexo porque no ha habido intercambio de fluidos es en cierto sentido hacerse trampas al solitario; por otra, lo más habitual, al menos por mi experiencia y la de la gente que conozco, es que en una sesión BDSM sí exista algo de "roce" sexual, aunque, insisto, esto no quiere decir que no existan las sesiones "sin sexo".

Entre nada y una relación sexual completa puede haber muchos puntos intermedios, y la casuística de donde traza cada uno su línea roja, de esto solo lo hago con mi pareja y esto otro lo incorporo a mis sesiones BDSM con terceros, es infinita. Se puede decir que hay tantos casos diferentes como personas y que no hay normas acerca de lo que está bien ni lo que está mal, sino que cada persona y cada pareja deben de hacer las suyas.

jueves, 17 de diciembre de 2020

Aparatos de castidad

 

Modas en el fetichismo

Es curioso pero el mundo del fetichismo no es para nada ajeno a las modas pasajeras. Hace unos 10 años las webs de contactos gays (porque todavía no existían las apps, o estaban empezando) estaban llenas de amantes de las zapas, o sneakers; en la actualidad este fetiche ha dejado de ser cool y ha vuelto a su nicho de fans habituales, fiel pero muy reducido si lo comparamos con su equivalente hetero, los amantes de los pies y los zapatos de mujer. 

Hace unos 5 años en cambio lo que arrasaba era el fisting, que tuvo su momento de gloria durante el cual estuvo prácticamente integrado en el sexo mainstream. Algo incluso sorprendente para una práctica que yo en principio, y creo que muchos amantes del fist estarían de acuerdo, calificaría de peligrosa si uno no se inicia en ella poco a poco y con mucha cabeza; eso es también aplicable al BDSM, desde luego, pero al fist diría que incluso más. Tal vez más de uno arrastre fístulas o problemas de incontinencia como recuerdo de su etapa de turismo sexual con el fist.

Actualmente el fetichismo de moda entre la generación Instagram, incluso por encima del puppy play, los cachorros de perro humanos, es la castidad forzada a través de un aparato llamado en inglés chastity device y en español jaula de castidad. Podría pensarse que es el resultado de la paranoia que algunos tienen con el Covid, pero su boom viene ya de atrás; ya hace unos cuantos años que es habitual que muchos curiosos me escriban en mis perfiles, apps y redes sociales preguntándome si tengo un aparato de este tipo. De hecho me he visto obligado a incluir una referencia a este tema en el post de preguntas más frecuentes.


 

Guía sobre castidad

Paso a resumir los puntos que me parecen más relevantes para entender en qué consiste y qué características tiene este fetiche que se ha vuelto tan popular en los últimos años:

- Normalmente es un placer solitario; alguien con fantasías de sumisión se compra el aparato, se lo coloca a sí mismo y se plantea el reto de utilizarlo durante un tiempo X: una semana, un mes, etc. Generalmente los amantes de la castidad van progresando y planteándose retos cada vez más largos en el tiempo.

- Consiste en llevar puesto un aparato que obliga al pene a permanecer flácido e incluso comprimido dificultando la erección, prácticamente impidiéndola (aunque las jaulas en foto se vean grandes en realidad son bastante pequeñas). Esta excitación sin erección es donde radica el placer de la castidad.

- Las jaulas consisten en una funda para el pene y un cock ring que se coloca alrededor de los testículos, que quedan colocados entre la funda y el anillo. Tienen siempre un agujero en la uretra que permite al sumiso orinar sin abrir la jaula. Algunas tienen un tubo para introducir dentro de la uretra (por favor, esto solo para personas con experiencia y con cuidado).

- El aparato en principio debe llevarse puesto todo el día y sacarlo solo en la ducha para mantener la higiene; aparte del placer físico de la represión de la erección que comentaba, está la humillación psicológica de llevar puesto en la vida cotidiana un aparato que es incómodo y que abulta. Vendría a ser una variante de quienes les gusta llevar puesto un plug.

- La manera de usarlo en pareja es en el contexto de una relación amo - esclavo o amo - sumiso continua en el tiempo. El sumiso tendría que llevar puesta la jaula cuando no está el amo para impedirle masturbarse, como forma de control y como recordatorio de su posición subordinada. Lo ideal sería que el amo se quedara con la llave de la jaula; esto puede ser algo extremo si surge cualquier incidencia, pero ese riesgo forma parte de la excitación. 

- Por lo dicho anteriormente, la castidad forzada en principio podría calificarse de práctica extrema para sumisos experimentados. Que pregunten sobre ella personas sin experiencia es un buen indicador de que andan bastante perdidos; o de que sean simplemente curiosos que no tienen ninguna intención de quedar con nadie en persona.

- Su uso en una sesión esporádica es complicado y no sé hasta que punto tiene sentido; la experiencia de la castidad requiere llevar el aparato mucho tiempo de manera continuada, no el rato que dura la sesión. Y luego están los problemas prácticos para colocarlo, ya que solo se puede hacer con el pene completamente flácido, que no suele ser el estado del sumiso cuando el amo lo desnuda. 

- Durante una sesión esporádica en principio lo suyo, aunque en esto no hay leyes sagradas sino opiniones, es utilizar los anillos o cock rings, que rodean todo el aparato genital comprimiendo levemente los testículos y dificultando un poco la erección, aunque permitiéndola.

- Hay jaulas de muchos materiales; las metálicas son las más estéticas, pero también las más pesadas e incómodas (lo cual puede ser una ventaja por la humillación extra que supone). Es poco recomendable comprarlas online sin haberlas visto ni tocado nunca en una tienda, pero cada uno tendrá sus circunstancias. 


jueves, 10 de diciembre de 2020

El BDSM como orientación sexual



Es divertido cuando escucho a mucha gente criticar a personas que discriminan a los gays o a los trans y a continuación esas mismas personas, que se consideran muy tolerantes, llaman inmaduro y miran por encima del hombro a quien no busca una pareja estable, o a los amantes del BDSM directamente nos tildan de enfermos o de viciosos. 

En el pensamiento dominante hoy en día, el respeto a la diversidad sexual se limita a los conceptos hetero / gay o cis / trans. Pero tal vez habría que ampliar ese concepto. La sexualidad no se acaba en que te gusten los chicos o las chicas, sino que existen otros aspectos que no tienen por qué ser menos importantes. 

No siempre el BDSM es vicio ni turismo sexual

Creo que mucha gente piensa que quienes practicamos juegos de BDSM somos personas viciosas con una necesidad continua de experiencias sexuales; que ya hemos "agotado" el repertorio que ofrece la sexualidad convencional, lo que nosotros llamamos la sexualidad vainilla, y nos metemos en el BDSM en busca de sensaciones más fuertes después de haber probado la promiscuidad, los tríos, las orgías, el sexo con drogas, etc. Vamos, lo que tradicionalmente se llama ser un vicioso o un pervertido.

Muy relacionado con este cliché, está el de que el BDSM es un capricho para gente con medios económicos, porque el material que a veces se emplea en los juegos no está, desde luego, al alcance de todos los bolsillos. Pero esto me recuerda a la idea que se tenía hasta hace no mucho entre personas con ciertas ideologías políticas de que la homosexualidad era también una perversión propia de burgueses aburridos con poder adquisitivo alto que corrompían a chicos noblotes y sencillos de clase trabajadora.

No niego que esto sea así en algunos casos; sí existen chicos de clase social acomodada que, para sentirse más especiales, porque no tienen todo el éxito que les gustaría a la hora de buscar sexo, o por cualquier otro motivo, "compran" su condición de fetichistas adquiriendo un montón de material BDSM que no tienen mucha idea de como quieren utilizar, pero piensan que, cuanto más dinero gastan, más "auténtico" es su fetichismo. La realidad sería justo la contraria, hay opciones para todos los bolsillos en el BDSM y quien realmente lo vive no necesita muchos accesorios para disfrutarlo.

El BDSM es algo que algunas personas tenemos incrustado en el núcleo de nuestra sexualidad y, de hecho, nuestros primeros recuerdos eróticos desde la infancia están relacionados con este tipo de juegos. No es un vicio ni algo que hayamos elegido. 

¿Qué es la orientación sexual?

Yo soy un hombre gay;  tengo una preferencia notable por los hombres con respecto a las mujeres en el aspecto sexual así que considero que la etiqueta gay me sirve para designar un aspecto de mi sexualidad que es muy importante y me siento cómodo con ella. 

Pero al mismo tiempo esa etiqueta me resulta incompleta porque no abarca otros aspectos igual de importantes. Mi sexualidad es fetichista, no es convencional, y ese es un aspecto que me resulta muy determinante, porque, entre otras cosas, me genera dificultades para encontrar parejas sexuales, ya que la mayor parte de hombres gays está buscando un concepto de sexo basado en la penetración que a mí no me resulta satisfactorio, o al menos no del todo, igual que mis prácticas fetichistas no son satisfactorias para ellos. Buscar una pareja sexual compatible se complica bastante cuando eres fetichista.

 Ampliar el concepto de lo que es la orientación sexual

¿Quiero decir con esto que habría que añadir más siglas a LGTBIQ+? No, por favor, ya hay demasiadas. Más bien lo contrario, darles algo menos de importancia a estas etiquetas y pensar en que existen otros aspectos de la sexualidad a los que hasta ahora no se les ha prestado atención y que pueden ser igual de importantes que sentirte chico o chica y preferir a los chicos o a las chicas. No pensar que todos los gays, todos los trans, todas las lesbianas o todos los heteros somos iguales en nuestra sexualidad, sino que existen transversalidades. Los fetichistas gays podemos tener mucho en común con los fetichistas heteros, por ejemplo; a veces más que con gays no fetichistas.

 Viva el turismo sexual

Por último, podría parecer que quiero hacer una diferenciación entre "auténticos" y "falsos" fetichistas, y para nada. He comentado en otros post que no hay por qué elegir entre ser vainilla o ser fetichista, muchas personas están en algún punto intermedio. Tal vez tu sexualidad es mayoritariamente genital, pero tienes cierta curiosidad por el BDSM y quieres hacer "turismo sexual" y probarlo, tal vez puntualmente, tal vez solo de vez en cuando, y eso es perfectamente legítimo. 

Nada más lejos de mi intención que asignar carnés, aunque siempre me gusta recordar que existe gente que no ha elegido ser fetichista ni se ha acercado a este mundo por curiosidad ni por vicio ni por aburrimiento, y muchas veces es juzgada por ello y por ser fetichista se le asignan otras muchas etiquetas (promiscuidad, consumo de drogas, etc.) que le pueden ser totalmente ajenas.

Los dibujos que ilustran el post son del artista Placardemike.

jueves, 3 de diciembre de 2020

Por qué el BDSM no es perverso

La publicidad de la obra de teatro de temática gay Here comes your man me viene de perlas para explicar por qué creo que el BDSM es, ciertamente, una forma de sexualidad políticamente incorrecta, pero no perversa. La manera de promocionar esta obra sí es, en mi opinión, perversa.


 Publicidad polémica

Ahí tenéis el cartel de la obra. Empiezo aclarando que, como fetichista del deporte y de la dominación, me encanta y me parece muy sexy. Pero eso no quita que sea una publicidad que veo bien para barrios como Chueca o el Eixample pero que me parece muy poco adecuada en otro contexto; es una imagen que está en el límite de la pornografía dura, y creo que en calles por donde pasan habitualmente familias con niños, que es donde me la he encontrado, es una excelente manera de fomentar la homofobia, aparte de que si se hiciera con una chica en vez de con un chico se estaría pidiendo su prohibición y les estaría cayendo la del pulpo a sus autores. 

Es una opinión que, naturalmente, algunos o muchos no compartirán, pero mi objetivo con este blog no es que todo el mundo se ponga a dar palmas a todo lo que yo diga sino promover la reflexión y que cada uno piense por sí mismo y decida si está de acuerdo o no.

Este es el cartel alternativo, también con mucha carga erótica pero más apto para todos los públicos:



Erotizar lo que supuestamente estás criticando

Viendo estos carteles uno piensa en una de estas obras de teatro gay independiente que consisten en actores jóvenes y guapos en situaciones hipersexualizadas, quitándose cada dos por tres la camiseta con cualquier excusa para regocijo de un público que ha pagado la entrada con esa intención. Hasta ahí todo bien; me parece genial, lo digo sin ninguna ironía, y yo mismo he visto alguna que otra de estas obras. 

 

Lo que me chirría es leer que se trata de una obra (supuestamente) activista y con un (presunto) mensaje de denuncia del acoso escolar, y ahí es donde me quedo de piedra. Sexualizar y mostrar de forma erótica una situación que en teoría estás denunciando y condenando es algo más que hipócrita: es perverso. Con esto no estoy criticando la obra, que no he visto, solo la orientación que sus autores han decidido darle a la publicidad. Ignoro si la obra va en la misma dirección, aunque lo cierto es que tiene toda la pinta.

El erotismo perverso no es nada nuevo; un ejemplo clásico es la película El expreso de medianoche, cuya atmósfera destila morbo y homoerotismo turbio por todas partes y que decía ser la traslación a la pantalla del caso real de un joven turista norteamericano que sufrió abusos en una cárcel turca tras ser pillado traficando con droga. 

 BDSM vs erotismo perverso

Imágenes tan sexualizadas como la que podéis ver encima de este párrafo no promueven la empatía con la víctima, sino que nos despiertan la curiosidad y el deseo de ver con todo lujo de detalles las humillaciones y los castigos que va a recibir. Un deseo, eso sí, culpable y vergonzante, enmascarado detrás de un supuesto mensaje social. Eso es lo perverso, erotizar una situación de abuso real a través de una ficción que dice reproducir este hecho real, y eliminar la empatía con quien la ha sufrido convirtiéndolo en un objeto de deseo.

El BDSM es mucho más sano; sexualiza sin complejos situaciones de maltrato y de abuso pero sin ningún doble juego, sin confundir al espectador, sin aparentar realismo y sin pretender que se trate de una denuncia ni una crítica de nada, sino mostrándose abiertamente como una fantasía pornográfica.

Debajo os muestro como ejemplo una escena de porno BDSM, en este caso de la web Dreams of spanking; la diferencia fundamental con El expreso de medianoche o con la obra de teatro Here comes your man, es que no pretende pasar por una crítica a los castigos corporales en la escuela del pasado. Es claramente una invitación a disfrutar, no de un castigo corporal real, sino de un ritual sexual entre adultos que no pretende ser verosímil.



Al menos en mi opinión, cuando nos presentan una situación de abuso, humillación, castigo, etc. de manera abiertamente sexualizada para nuestro disfrute, estamos ante erotismo o pornografía BDSM. Cuando nos presentan esa misma situación con una supuesta intención de denuncia, y también de manera sexualizada, pero escondiendo ese carácter sexual, entonces estamos ante erotismo perverso. Evidentemente siempre va a haber un componente subjetivo a la hora de opinar si algo está sexualizado o no, y si esa sexualización es evidente o no, pero ahí es donde entra el criterio y la toma de postura de cada uno.