viernes, 28 de octubre de 2022

Asexuales y postsexuales

Las fotos que ilustran este post tienen como fuente la cuenta de Twitter https://twitter.com/DomTon7 DomTon es un sudafricano amante del spanking y también de la flagelación de la espalda y otras partes del cuerpo con varas y otros instrumentos. En su cuenta se define como "postsexual". Me gusta mucho su cuenta, una de las mejores en mi opinión para los amantes de los castigos corporales, aunque juega a un nivel bastante fuerte y no apto para cualquiera; pero el caso es que suscitó mi interés esta definición de postsexual.

Postsexualidad y fetichismo

Se trata de un término que se utiliza poco; lo convencional es hablar de postsexualidad para referirse a personas de edad madura o que, por algún otro motivo, han pasado a una etapa en la que el sexo les interesa menos. Pero existe también otra definición, recogida en la Wikipedia, según la cual postsexualidad sería un concepto de la sexualidad diferente al tradicional, que estaría basado en una idea del filósofo Michel Foucault, según la cual la frontera entre lo que es y lo que no es sexual no está clara; me interesa mucho esta idea porque encaja a la perfección con la sexualidad fetichista. Podríamos decir, en resumen, que la postsexualidad consiste en considerar que la sexualidad va más allá de la genitalidad.

Por ejemplo, desde un punto de vista convencional, las partes del cuerpo que se consideran de interés sexual en nuestra cultura son los órganos genitales, las nalgas y los pechos de las mujeres. Pero esto no es algo universal; sabemos que hay culturas en las que las mujeres llevan los pezones al aire sin que eso se considere una falta de pudor, mientras en cambio en ciertos sectores del mundo islámico el pelo femenino se considera sexual. O, si observamos los pantalones de los uniformes de fútbol de hace más de 30 años, eran mucho más cortos y ceñidos que los actuales; hoy en día se considerarían muy sexualizados, porque se ha desarrollado una visión del cuerpo del hombre como posible objeto sexual que no existía antiguamente.

Esta relatividad acerca de que es o no sexual es precisamente lo que define a los fetichistas. Para ellos los pies pueden ser una parte del cuerpo altamente erógena. O la ropa de cuero, o un uniforme de policía, pueden tener una carga sexual que es invisible para otras personas. Estar atado no es algo sexual .... a menos que seas un amante del bondage, y entonces puede que tu vida sexual gire en torno a las cuerdas y la inmovilidad. 

Así que postsexual puede ser un término interesante para definir a personas con sexualidades centradas en prácticas  que no son sexuales para la mayoría; mejor probablemente que el término fetichista, que estrictamente hablando solo debería usarse con quienes sexualizan objetos. Mientras un amante del cuero es un fetichista, a un fan del spanking o del bondage sería más adecuado llamarlo postsexual.

Asexuales

Conozco a personas amantes del BDSM con muy poco interés en la sexualidad convencional, es decir, en la penetración. Yo mismo explicaba en un post mi no mucho entusiasmo por el sexo anal, que es el "auténtico" sexo según la cultura gay dominante. 

Probablemente los amantes de prácticas fetichistas, o postsexuales, podemos parecer asexuales para los vainilla, los que tienen una sexualidad convencional basada en la penetración. Nos interesan poco las fotopollas, los planos detalle de anos dilatados, y en general la pornografía de penetración. 

De hecho no sería raro que un chico con una sexualidad fetichista se considerara en su adolescencia asexual, ante su falta de interés por la genitalidad. Hasta un día en que ese chico aparentemente asexual descubre un sitio web de spanking, de bondage o de cuero, y resulta que eso le produce una erección gigantesca; si te excita pensar en estar inmovilizado, en ser azotado, o en ser humillado, entonces no eres asexual, aunque a lo mejor el ser penetrado no te diga gran cosa.

  

Asexualidad y comunidad LGTB

Al parecer la última incorporación al llamado colectivo LGTBIQ, concepto del que soy cada vez más escéptico, son precisamente los asexuales. La corrección política actual pretende además que existen personas asexuales gays y lesbianas. Si no lo entendéis, bienvenidos al club. Si en una relación íntima con otra persona solo buscas afecto, besos y abrazos con cero genitalidad y cero fetichismo, ¿qué más te da que sea con un hombre o con una mujer? En fin.
 
La cuestión es que ahora ya no solo pretenden denominar asexual a cualquier hombre gay que no tenga una sexualidad centrada en la penetración anal y en los roles activo-pasivo, sino simplemente a quien vincule sexualidad con afectividad y tenga poco interés por encuentros sexuales ocasionales con desconocidos. Se han inventado la etiqueta de demisexuales, que estarían englobados dentro de los asexuales, para señalar y estigmatizar la "rareza" de los gays no promiscuos. 

En mi opinión, toda esta pretendida posmodernidad LGTBIQA+ esconde, bajo su purpurina, unos conceptos muy rancios de la sexualidad. En una relación gay tiene que haber un rol de hombre (activo) y un rol de mujer (pasivo), si no eres el típico hombre machote o la típica mujer damisela muy femenina es porque eres trans o no binario, y ahora también si no eres un gay estereotipo que vive permanentemente cachondo y pensando en follar eres asexual.
 
Yo tengo muy claro que los amantes del BDSM y de otras prácticas fetichistas o postsexuales que tienen poco o ningún interés en la genitalidad no son asexuales. De hecho muchos tienen una pulsión sexual muy fuerte, lo que ocurre es que no está centrada en la penetración sino en otras prácticas.
 
Visto lo visto, no tengo interés en que el BDSM sean las siguientes siglas que se sumen al alfabeto LGTBIQA. No creo que una visibilidad basada en la búsqueda de la extravagancia, que es lo que parece interesar ahora a los que manejan el cotarro en estos colectivos, sea lo que necesiten estas prácticas. 


miércoles, 12 de octubre de 2022

Cachorros y amos

 


El otro día me encontré de casualidad con un blog con este curioso nombre: https://cachorrosyamos.wordpress.com/

Evidentemente me llamó la atención. Aclaro en primer lugar que no tiene nada que ver conmigo ni con mi blog. Se trata de la primera novela de una escritora amateur peruana que utiliza el nombre Elena Blocker y es una historia gay.

Tal vez a algunos les sorprenda que una mujer escriba historias gays con contenido erótico; como soy lector de BDSM gay desde hace mucho tiempo, ya sabía que esto ocurre con relativa frecuencia, en parte porque a muchos mujeres les interesan las historias de hombres gays y en parte porque la corrección política actual dificulta muchísimo escribir una historia de BDSM hetero, o simplemente una historia hetero en la cual los personajes actúen de una forma que se salga de ciertos márgenes. Aplaudo la sinceridad de no utilizar un pseudónimo masculino, que sería más comercial.

Elena escribe muy bien; su historia es morbosa aunque no trata realmente de BDSM sino de un chapero explotado por su novio-chulo. Se preocupa por el desarrollo de los personajes; no es la lectura adecuada para quien busque pornografía para excitarse pero es un trabajo que se ofrece gratuitamente y que no tiene menos calidad que otros publicados en digital o en papel. Ante el parecido en el nombre con mi blog, no quería dejar de comentarlo.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Haters y wannabes

 Aunque la visión de buena parte de la sociedad sobre el BDSM y el fetichismo ha evolucionado en las últimas décadas, sigue habiendo mucho hater, mucha gente que piensa que estas prácticas no son "normales" y que los que nos gustan es porque tenemos alguna tara. No las ven desde el respeto sino desde el desprecio y/o desde el paternalismo. 

En paralelo veo un fenómeno nuevo y sorprendente, que es lo que podríamos llamar wannabes BDSM. Gente que no tiene experiencia, que no tiene claro en que consiste, pero que dicen tener un gran interés en convertirse en dominantes o en sumisos y que preguntan que tienen que hacer para ello.

Vamos a ver si estas dos posturas extremas ante el BDSM son opuestas o son caras de la misma moneda.

Argumentos contra los haters del BDSM

Si tuviera que dar un consejo de qué hacer cuando oímos sandeces como que los amantes del "sado" estamos locos, tenemos un problema, lo que hacemos no es "normal", no es "sano" o es incomprensible para una persona que sí se considera a sí misma "normal" y "sana", sería hacer oídos sordos y no entrar en debate porque es perder el tiempo. Por cierto, algunos de estos que dicen estas cosas son los que luego se dedican a abrirse perfiles de sumisos o de dominantes en apps para borrarlos al día siguiente, volver a crearlos pasados unos meses, etc.
 
Pero si alguno de quienes me leéis es cabezota (como soy yo a veces) y tenéis ganas de discutir, o si quien dice estas cosas es alguien a quien apreciáis y sí os parece que vale la pena intentar abrir su mente, os expongo algunos argumentos:
 
-  En primer lugar lo que están exponiendo contra el BDSM es exactamente lo mismo que los homófobos decían en el pasado, y en muchas partes del mundo siguen diciendo hoy en día, sobre la homosexualidad: que no es normal, que no es natural, que no es sano, que tienen un problema, etc. Los que se escandalizan de lo que dicen ciertos obispos o ciertos personajes sobre los gays, cuando luego ellos mismos dicen cosas muy parecidas sobre otros, deberían hacérselo mirar. Están escupiendo hacia arriba y les acabará cayendo encima.

- Estos haters del BDSM hablan desde el desconocimiento de lo que son realmente estas prácticas. Las confunden con las fantasías de los "activos dominantes" y los "pasivos sumisos" sobre relaciones machistas y tóxicas en las que solo cuenta el placer del "macho dominante" al que un "pasivo sumiso", o una "puta sumisa", como a ellos mismos les gusta llamarse, se ofrece incondicionalmente. Algunos, equivocadamente, creen que el BDSM consiste en eso; con cierta frecuencia me contacta gente con este tipo de fantasías, que no pocas veces rayan en lo patológico. En realidad estas personas ni siquiera son fetichistas, puesto que su concepto del sexo gira siempre en torno a la penetración, y por otra parte las prácticas BDSM tienen poco que ver con estos "activos dominantes" y "pasivos sumisos": son consensuadas, pactadas, y buscan el disfrute de las dos personas que juegan.

- Además la imagen que los haters tienen del BDSM está mediatizada por la prensa y las películas, que abordan estos temas de una forma sensacionalista en busca de lo extremo y lo que llama la atención para conseguir morbo y audiencia fácil. Una persona que viva el BDSM de manera equilibrada no es interesante para los medios; lo que buscan es lo más freaky y estrafalario. En el BDSM existe gente con patologías como en cualquier otro sitio, y esos son los únicos que van a tener visibilidad en los medios mainstream.
 
- Los que piensan que el BDSM no es "sano" deberían plantearse por qué en cambio no consideran insanas ni raras muchas conductas muy normalizadas en la cultura gay dominante: el chemsex, la adicción a las apps para buscar sexo, la adicción al poppers, el consumo de drogas en locales nocturnos, ciclarse para hinchar los músculos, el consumo de medicamentos cuyos efectos a largo plazo no están nada claros para poder mantener una promiscuidad frenética sin usar preservativo, etc., etc. Por supuesto los haters del BDSM dan por hecho que quienes lo practicamos hacemos todo eso, pero la realidad es bastante diferente. Naturalmente hay amantes del BDSM que incurren en algunas o varias de estas prácticas, pero por mi experiencia diría que el porcentaje no es mayor que entre los gays considerados "normales".

 
 ¿Por qué alguna gente que no es fetichista quiere serlo?

Disfruto mucho con mis fetiches, pero, francamente, la vida es más fácil si tienes una sexualidad convencional que encaje en los moldes activo-pasivo-versátil dominantes en el mundo gay; bueno, y si eres hetero la vida es todavía mucho más fácil (hablo del aspecto sexual-sentimental sin valorar otros aspectos, evidentemente). Así que este fenómeno de gente que quiere introducirse en el mundo BDSM sin tener muy claro en qué consiste me parece igual de incomprensible que los y las hetero que quieren hacerse bi para ser más cuquis.

Supongo que la experiencia BDSM es una más que mucha gente quiere tener hoy día, por curiosidad, por cansancio del sexo convencional o por envidia de la intensidad con la que los fetichistas vivimos nuestros fetiches. Eso por una parte está bien, pero el lado malo es que este interés general hacia el BDSM da también mucho juego a los haters, igual que los heteros que van de bis para hacerse los modernos, sin pretenderlo, están alimentando la homofobia. 
 
Lo que ocurre es que las personas que no tienen interés en probar una experiencia BDSM, que son mayoría y me parece muy lógico que sea así, sienten un mayor rechazo hacia esas prácticas cuando parece que se les quiere presionar para que las prueben o se viene a insinuar que no son modernos ni cool si no las prueban. Necesitan un motivo para justificar que no quieran probarlas, y entonces es cuando se crea el discurso hater. 
 
La ansiedad del mundo actual en querer tener experiencias de todo tipo y querer probarlo todo no siempre es algo bueno. A veces es preferible centrarse en lo que tienes claro que te gusta; asomar la patita en mundos que no conoces ni entiendes bien a veces es interesante, pero a veces la experiencia puede no ser lo que tú te pensabas y resulta que del interés desaforado al odio hay un paso muy corto. A veces el wannabe y el hater vienen a ser dos caras de la misma moneda.
 
Desde este blog mi intención nunca ha sido animar indiscriminadamente a todo el mundo a que pruebe el BDSM, ni mucho menos. Solo me dirijo a personas que tengan claro que tienen estas fantasías y que piensen que su sexualidad podría ir por ahí. Al resto no les pido que les interese el BDSM, ni siquiera que lo entiendan; solo que lo respeten desde la indiferencia.

Las ilustraciones son del estupendo artista italiano Nicola. https://twitter.com/arte_nicola


domingo, 24 de julio de 2022

Encuentro para fans del spanking en Madrid el 7 de agosto

 

El próximo 7 de agosto, víspera del 8 de agosto, el día del spanking (elegido porque los 8 recuerdan a las nalgas) tendrá lugar en Madrid un encuentro para amantes de los azotes organizado por Spank Chicos Malos, la única marca de vídeos especializada en temática BDSM gay en español de la que tengo noticia, en colaboración con la firma internacional Bottom Line Studio, también dedicada al spanking.

De acuerdo con la información facilitada por los organizadores, el encuentro contará con la presencia de Alex, la principal estrella de la casa, y con un show de spanking en vivo para animar a los participantes a hacer lo mismo que ven.

El encuentro tendrá lugar en el club privado gay The Ring (Calle Amparo 78, en el barrio de Lavapiés) y, por normas del local, que es nudista, el acceso al mismo solo puede llevarse a cabo desnudo. 

Tenéis toda la información en https://spankchicosmalosscm.blogspot.com/2022/06/fans-of-hispanic-spanking-boys-meet-up.html Ojalá el encuentro sea un éxito y un precedente.

sábado, 2 de abril de 2022

El BDSM en la sexología mainstream: crítica de un vídeo de Gabriel J. Martín

El otro día un amigo me facilitó el enlace de este vídeo del youtuber Gabriel J. Martín, un sexólogo especializado en hombres gays, cuyo canal diría que es uno de los más populares dentro del mundo LGTBI. El vídeo trata sobre BDSM.

Os invito a verlo en primer lugar y a leer mi comentario a continuación; me parece muy interesante, porque se trata de un nombre bastante popular en la cultura LGTBI, totalmente alineado con el pensamiento dominante hoy en día en buena parte de los medios, y sirve como buen termómetro de cómo se está tratando la cuestión del BDSM y del sexo fetichista en los medios de comunicación mainstream, con sus luces y sus sombras, como vamos a ver.

 
Aciertos claros del vídeo
 
En primer lugar, es de agradecer que el señor Martín aporte una mirada sobre el BDSM muy despatologizadora y que considere absurdo que todavía haya quien piense que las personas que practicamos BDSM tenemos un trastorno mental, un trauma infantil, que nos pegaban de pequeños y todas las tonterías que la sexología mainstream decía hasta hace unos 20 o 25 años.

Por otra parte, hace énfasis en que se trata de prácticas consensuadas y disfrutadas por ambos participantes, aunque puedan resultar chocantes o asustar desde fuera. Y además aborda el tema con desenfado y con mucho humor (más que yo, probablemente, pero es que cada uno es como es), y todo lo que sea desdramatizar es siempre positivo.

Aciertos pero con matices. Sí, pero

Martín saca a colación varios estudios recientes que dan una visión positiva del BDSM y de cómo puede calmar la ansiedad y aportar bienestar psicológico; eso es cierto y está bien mencionarlo. Pero al mismo tiempo obvia el hecho de que los investigadores que aportan estos puntos de vista son más bien "outsiders" que se encuentran un tanto en los márgenes de la cultura científica dominante representada por la OMS o la Sociedad Norteamericana de Psiquiatría, donde siguen hablando de los trastornos de sadismo sexual y de masoquismo sexual
 
El BDSM se encuentra todavía en un proceso de despatologización por parte de la ciencia oficial, es decir, de dejar de ser visto como una enfermedad; ese proceso va avanzando y hay razones para el optimismo, pero aun no ha concluido, como analizaba en otro post.  Lo que ocurre es que alguien que aspira a tener un gran número de seguidores y a integrarse en el mainstream, como este youtuber, no puede permitirse hacer críticas a las instituciones científicas en una sociedad en la que hemos convertido a la ciencia en una religión cada vez más intolerante.
 
Por otra parte, Martín parece estar blanqueando en cierta medida el BDSM para hacerlo más digerible para el gran público, y limando aristas incómodas. Cuando dice que a un sumiso no le excita que un borracho le orine encima por accidente, o que su jefe le dé dos bofetadas en la oficina, esto es cierto, claro, pero no deja de suponer reducir a una caricatura algo que en realidad tiene más matices: escenas de la vida cotidiana, como puede ser contemplar una actitud autoritaria o sumisa, tanto si va en broma como si va en serio, en alguien que nos cruzamos por la calle, en un local público, o que vemos en una obra de ficción, pueden ser desencadenantes del deseo para un amante del BDSM, sobre todo si quienes tienen estas actitudes son personas que encontramos físicamente atractivas. Los fetichistas sexualizamos comportamientos que para la mayoría no tienen o no deberían tener un componente sexual. 

Desmentir la caricatura del sumiso como alguien a quien le gusta que el primero que pase le vaya dando tortas por la calle está bien, pero, por ejemplo, a lo mejor a un sumiso sí le puede excitar ligeramente que un agente de policía atractivo se dirija a él de manera un tanto autoritaria, incluso aunque al mismo tiempo esta actitud le desagrade por otro lado. El BDSM es un lado oscuro del deseo en el que muchas veces se mezclan emociones contradictorias. No obstante, puedo entender que un vídeo breve que no va dirigido a público especializado tampoco profundice tanto.

La desinformación asoma

Donde creo que sí se puede decir que patina este vídeo es en la relación que establece entre 2 fetiches diferentes como son el BDSM y el guarreo. Hay amantes del BDSM que no nos sentimos atraídos por olores corporales fuertes y, viceversa, existen muchos amantes del guarreo, de la excitación sexual a partir de olores y de fluidos corporales, a los que no les interesa el BDSM. 
 
Por supuesto, el vídeo identifica también, en su portada y en el atuendo del youtuber, el fetiche del cuero con el BDSM, que ya he explicado un montón de veces que son también fetiches independientes. Esto ya lo daba por hecho tratándose de un canal gay mainstream, pero lo de asociar también BDSM y guarreo ya supone dar un paso más en esa idea de que, si te gusta un fetiche, entonces te gustan todos los fetiches.

Pero el elemento que más puede llevar al despiste del vídeo y que, en mi opinión, lo descalifica en gran medida, poniéndolo más del lado de la desinformación que de la divulgación, es que Martín está dando una visión del BDSM como preliminar al sexo, como medio de calentarse para luego "ponerse a follar". Está pasando por alto lo que es la sexualidad fetichista y lo que es realmente la pulsión por el BDSM como práctica sexual en sí misma, no como preliminar a una penetración.

Para la cultura gay mainstream, el BDSM es aceptable, pero solo como un preliminar o un complemento a la penetración, que sigue siendo la única sexualidad válida. Este planteamiento podría haber sido innovador hace veinte años, pero hoy en día es más bien un tanto carca y no le va a ser de mucha utilidad a una persona que sienta una gran atracción por el BDSM, que no lo vea como un complemento a la penetración, sino como una práctica central en su sexualidad, y que sienta cierto malestar por ello. 
 
Creo que este vídeo no va a servir a una persona realmente fetichista para dejar de verse como un bicho raro, o al menos no lo suficiente. Teniendo en cuenta que no viene de un aficionado sino de un profesional que conduce terapias para la solución de problemas sexuales, deja en evidencia que sigue siendo necesario que tanto la sexología como la cultura LGTBI dominante abran su mente, se informen con menos prejuicios y le den una vuelta a cómo abordan el tema de los fetiches en general, y del BDSM en particular.

miércoles, 9 de marzo de 2022

Subfetiches

La entrada anterior del blog ofrecía un listado de fetiches clasificados en función de la mayor o menor frecuencia con la que se dan. 

Recuerdo que lo que yo llamo fetiches son prácticas sexuales que no están basadas en la penetración, y lo distingo de morbos, que sería la preferencia por personas con una determinada característica física (por ejemplo, los pelirrojos), o por situaciones o lugares para llevar a cabo un encuentro sexual (por ejemplo, el sexo en espacios abiertos).

Lo que caracteriza a un fetiche es contar con entidad sexual por sí mismo; aunque se trata de prácticas anodinas o incluso desagradables para la mayoría de la población, o tal vez excitantes pero solo como preludio o juego previo a la penetración, el fetichista tiene una pulsión sexual enorme hacia ellas y las convierte en el centro de su sexualidad. Un amante del spanking o del bondage puede quedar con otra persona para practicar su fetiche sin necesidad de tener además sexo convencional con ella y ese encuentro para él es pleno y gratificante (si sale bien y hay buena química, claro), no lo ve como algo incompleto porque no haya habido también penetración ni porque no se haya jugado además a otras prácticas BDSM.

Sub y superfetiches 


Luego también hay prácticas sexuales que están en el espectro del fetichismo, por no estar basadas en la penetración, pero que carecen de entidad suficiente para protagonizar o para ser el centro de una sesión, sino que se disfrutan normalmente junto con otras prácticas. A eso es a lo que voy a llamar subfetiches.

Junto a los subfetiches, existiría también lo contrario, superfetiches: amalgamas de diferentes fetiches que funcionan como una unidad. El BDSM sería un superfetiche, el único que se me ocurre, de hecho. No es una práctica sexual aislada, sino un conjunto de prácticas que funcionan como una unidad, cuyo objetivo es lograr una sensación de dominación de uno de los jugadores y de sumisión del otro.

Por otra parte, todos los fetiches pueden funcionar como subfetiche; por ejemplo el spanking o el bondage pueden funcionar como subfetiches dentro de una sesión BDSM. Pero existen fetichistas especializados en spanking o en bondage que no están interesados en otras prácticas BDSM, y que de hecho no se identifican con la etiqueta BDSM. Sin embargo, los subfetiches de los que hablaré a continuación no tienen esa entidad propia; no existen, o al menos yo no me los he encontrado, fetichistas que estén interesados solo en esa práctica y no en ninguna otra.

Las subespecialidades del spanking

Los diferentes instrumentos que sirven para azotar funcionan a veces como subfetiches, ya que hay amantes del spanking que tienen una preferencia muy marcada por alguno de ellos. La zapatilla o la chancla y el cinturón son los más habituales en España por motivos culturales. En Reino Unido y Alemania, en cambio, el mayor subfetiche relacionado con spanking es la vara, en Francia el martinete, un latiguillo pequeño, y  en Estados Unidos la pala, usada hasta hace poco tiempo en institutos y en fraternidades universitarias.

Por otra parte, para algunos amantes del SM, la rama del BDSM especializada en el dolor, el spanking funcionaría como subfetiche dentro de la flagelación. Sin embargo, puesto que la inmensa mayoría de las personas a las que les gusta azotar o ser azotados tienen una marcada preferencia por hacerlo en las nalgas, me parece más adecuado verlo al contrario, y tomar la flagelación en otras zonas del cuerpo como un subfetiche. Nunca me he encontrado con alguien que solo quiera ser azotado en la espalda o en los pies, y no en el culo.

La flagelación en la mitad superior de la espalda con un látigo, y el bastinado, que es azotar la planta de los pies con una vara, un castigo de mucha tradición en el mundo musulmán, son los subfetiches más frecuentes relacionados con el spanking. Es más raro, y también peligroso y poco recomendable, la flagelación del torso o del estómago.

Las subespecialidades del bondage

El bondage se ha convertido recientemente en una práctica de moda entre cierta clase social, lo que en Francia se llama bobos (bohemio-burgueses), por lo que a veces, cuando algunos pretenden distinguir entre bondage y kinbaku, o cuando se declaran fans del shibari, es difícil saber si estamos ante subfetiches o ante mero postureo.

Sí es cierto que, antes de que se llamara shibari y se rodeara de un halo elitista, siempre ha habido amantes del bondage especialmente atraídos por la suspensión, estar colgados del techo o de aparatos sin posarse ni apoyarse en ninguna superficie horizontal. El otro subfetiche relevante vinculado con el bondage es la momificación, bondage extremo en que todo el cuerpo se encuentra ceñido y comprimido por vendas o por plástico.

Subfetiches BDSM

He aquí una relación de prácticas que no llegan a constituir fetiches independientes pero que para algunos dan mucho salseo a una sesión BDSM:

- Las pinzas. Normalmente se colocan en los pezones, pero no faltan amantes de este subfetiche a los que les gusta llevarlas en prácticamente cualquier otra parte del cuerpo. 

- Las cosquillas. No requiere mayor explicación; para algunas personas, especialmente sensibles, es una práctica muy erótica.

- La cera. Una práctica muy difundida a través de películas, pero no muy habitual por lo engorrosa y sucia que resulta. Personalmente apenas tengo experiencia con velas, pero lo que he leído es que no valen las que se ponen en el cementerio, sino que deben ser de un material especial para que no produzcan quemaduras.

- La lluvia dorada. Hay "human toilets" muy amantes de este subfetiche, aunque sin que deje de ser un subfetiche, es decir, por lo que sé siempre va acompañado de otras formas de humillación. 

- El guarreo. Probablemente el subfetiche más de moda en los últimos años. Disfrutar del sudor, la saliva, los olores corporales intensos, del contacto con piel que no ha pasado por la ducha recientemente .... A diferencia del resto de prácticas de esta lista, puede funcionar sin un componente de humillación, y por lo tanto como algo totalmente fuera del BDSM. Una variante del guarreo es el culto a los sobacos.

- La castidad. Se puede hacer de manera light, a través de anillos para el pene y los genitales, o cock rings, o bien de forma más extrema mediante jaulas que imposibilitan la erección y que se llevan durante periodos largos de tiempo fuera de la sesión.

- Los plugs. A diferencia de los dildos, que son apoyos al sexo o a la masturbación, tienen un mayor componente de humillación y de sumisión. Se dejan puestos mientras se llevan a cabo otras prácticas durante una sesión, o incluso el sumiso los lleva en su vida cotidiana, como las jaulas de castidad.

- El electro. En su variante light y más habitual, se trata de plugs o de masturbadores con pilas que estimulan al sumiso de manera automática mientras el amo le hace otras cosas. Pero existe también una variante extrema, que consiste en aplicar descargas de corriente a través de electrodos que se ponen en la piel. Si alguien nos propone jugar con electro, por lo tanto, es importante aclarar a qué se refiere.

sábado, 26 de febrero de 2022

Los fetiches más habituales y los más raros

Kiki. El amor se hace es una película cómica dirigida por el famoso actor Paco León que tal vez algunos hayáis visto y que aborda la cuestión de los fetiches y de las sexualidades menos convencionales, que es algo que para mí siempre resulta interesante. No obstante, los fetiches que aparecen en la película, entre los que figuran el sentir excitación sexual al ser atracado o vivir una situación de peligro, que tendría el nombre técnico de harpaxofilia, o el sentir esa misma excitación ante las lágrimas de otra persona, que se llamaría dacrifilia, son desconocidos para mí. 

Y con esto no quiero decir simplemente que yo no los tenga, sino que no conozco a nadie que me los haya mencionado y ni siquiera me he encontrado nunca con pornografía que gire en torno a ellos.

Fetiches que tal vez (no) existen

En general tiendo a poner en tela de juicio a todos estos presuntos fetiches sexuales que se denominan con una raíz griega seguida del sufijo -filia. Precisamente esta pretensión científica en su nomenclatura, como para darles empaque, conmigo consigue el efecto contrario al buscado; estos nombres tan pedantes me huelen a cuerno quemado, ya que ninguno de los fetiches de los que realmente tengo constancia de que existen se llama de una manera parecida. Es el inglés, y no el latín ni el griego, lo que predomina en los nombres de los fetiches. 

Por favor, si me está leyendo algún dacrifílico o harpaxofílico, lejos de sentirse ofendido, que me contacte y me confirme que realmente existen estos fetiches a los que en principio tengo en la categoría de leyenda urbana, puesto que no me he encontrado nunca con indicios de su existencia más allá de la literatura y de las definiciones teóricas.

Dentro de esta nebulosa de fetiches que no tengo claro si son reales o no, se encuentra el del scat o escatología, la atracción erótica por las heces. Es un fetiche del que solo me han llegado habladurías, cotilleos de que le gusta a fulano o a mengano, que muy bien podrían ser invenciones para desprestigiarle, y, aunque, a diferencia de la dacri, harpaxo y otras filias, sí es posible encontrar algún vídeo porno del tema, como nunca he conocido a nadie que le interese, tengo mis dudas de si quienes visionan este material lo hacen por auténtica excitación sexual o simplemente por la misma curiosidad morbosa de quien busca en la web oscura vídeos snuff (de muertes reales).

Ojo porque a veces se usa el término scat también para referirse al uso de la orina en prácticas sexuales, que eso sí es relativamente frecuente, y de hecho está bastante relacionado con la humillación, la dominación, y por lo tanto ligado al mundo BDSM.

Repasando ideas básicas

En primer lugar aclaro que para mí fetiche es una fantasía o práctica sexual que no gira en torno a la penetración y que para la mayoria de la gente no tiene carga sexual o, si la tiene, es solo como preludio a la penetración. 

A veces en el lenguaje cotidiano se le llama fetiche a la preferencia por físicos no muy convencionales, como puede ser que te gusten los chicos muy gordos, los asiáticos, los pelirrojos, los hombres muy mayores, y larguísimo etcétera de posibilidades, pero yo a eso no lo llamo fetiche sino morbo si va ligado a la práctica de sexo convencional o vainilla, es decir, basado en la penetración.

Lo mismo respecto a la preferencia por lugares poco habituales donde tener encuentros sexuales. Si esos encuentros sexuales son de sexo vainilla, que te guste hacerlo en la playa, en un baño, o en el suelo, yo lo llamo morbo y no fetiche.

Por otra parte, el BDSM, más que un fetiche, es la amalgama de un montón de fetiches. Algunos de ellos diría que no tienen entidad propia, porque son siempre partes de una sesión en la que se juega a varias cosas: por ejemplo, la cera, o las pinzas en las pezones, o la lluvia dorada. Nunca me he encontrado con alguien que quisiera quedar solamente para que le pusiera cera o pinzas o solamente para que le orinara encima; aunque para algunas personas esa práctica pueda ser uno de los puntos álgidos de la sesión, siempre va a ir acompañada de otras.

Pero algunos fetiches sí pueden tener esa entidad independiente. Una sesión puede consistir en varias subsesiones de diferentes fetiches o subfetiches, o puede ser monográfica de un fetiche. Vamos a ver cuáles son estos últimos.

Los fetiches (relativamente) más frecuentes

Justo en la frontera entre lo que es y lo que no es fetiche se sitúa el fisting, la penetración con puño. Por una parte se trata de penetración, pero por otra parte no interviene el pene, por lo que a la vez es y no es fetichismo. Visto como fetiche, sería el más aceptado y ya casi integrado dentro de la sexualidad convencional, aunque diría que, después de una explosión durante unos años en los que ha estado muy de moda, ahora está volviendo más a su lugar como práctica minoritaria, algo lógico teniendo en cuenta que conlleva un riesgo considerable si no se hace con mucho cuidado.

Aunque ya comenté en otro post que las encuestas o investigaciones hechas a cabo sobre estos temas no son muy claras, por mi experiencia tengo claro que los fetiches más corrientes son el fist (suponiendo que lo admitimos como fetiche), el bondage, el culto a los pies, el cuero y el spanking, diría además que por ese orden. Dentro de que se trata de prácticas minoritarias, es relativamente fácil en una ciudad grande encontrar amantes de las mismas, y se podría hablar de la existencia de una comunidad en torno a ellas.

El bondage y el spanking pertenecen claramente al mundo del BDSM, aunque a veces muchos de sus practicantes no se definen como amantes del BDSM, porque este término lo preferimos quienes disfrutamos de varias prácticas y no estamos especializados solo en una. El fist, el cuero y lamer pies o masturbarse contra los pies, en cambio, pueden ir asociados o no a juegos de dominación.

Los pies y el bondage parece que últimamente están cada vez más aceptados, siempre y cuando se dé a entender que se trata de un complemento o preliminar a la penetración, claro. En cambio el cuero y el spanking siguen marcados por un estigma importante fuera de sus nichos.

Fetiches menos habituales

Voy a enumerar otros fetiches doblemente minoritarios, porque incluso pueden sonar raros para quienes tienen un fetiche de los más habituales. Estos son los que yo he practicado, he visto practicar o me he encontrado con alguno de sus adeptos. No niego que pueda existir algún otro con el que yo no me haya topado nunca.

Dentro de su "rareza", creo que se pueden todavía distinguir dos niveles. Empiezo con los que todavía ofrecen una cierta sensación de comunidad, aunque para formar esa comunidad ya se tenga que juntar gente de varios países.

- ABDL o ageplay. Los bebés adultos y los amantes de los pañales. Ya hablé de él en su momento e incluso entrevisté a uno de sus practicantes más activos en España.

- Puppy play. Los cachorros de perro humanos. Ojo con este fetiche porque, aunque se hayan hecho populares las máscaras o hoods y la indumentaria puppy, una cosa es la estética y otra el auténtico fetiche, que sería el disfrutar en una especie de trance, o mind space, como ellos lo llaman, en el que el fetichista asume una identidad de cachorro, correteando a cuatro patas y pidiendo caricias y que jueguen con él. Existe una comunidad puppy play más o menos importante que ha crecido muy rápido entre la gente joven en la última década, pero un tanto cajón de sastre en la que no son mayoría quienes realmente viven el fetiche.

- La goma. A veces se confunde con el fetiche del cuero. Por aquí el de la goma es mucho más raro; por lo que sea es algo muy nórdico, les gusta en Escandinavia y Alemania del norte. Un aficionado me definía la sensación de llevar goma como un auto-bondage. Se pega mucho al cuerpo, da mucho calor, y es ese contacto tan intenso con el material la base del fetiche. Así que, aunque tenga cosas en común con el fetiche del cuero, como el gusto del olor y del tacto de un material, tiene también su diferencia.

Rarezas del mundo del fetish


Ya por último, los fetiches más raros con los que me he encontrado. Raros, por supuesto, en el sentido de poco frecuentes, sin ningún tipo de juicio ni connotación negativa.

- Lucha o wrestling. Un fetiche que me da mucho morbo y me encantaría tener la habilidad de practicar. Mis intentos al respecto han sido técnicamente lamentables, aunque divertidos.

- Wedgie. Tirar con fuerza de los calzoncillos hasta levantarlos y dejar parte de las nalgas al descubierto. Es una forma de humillación que me parece emparentada con el pantsing, bajar los pantalones en público y dejar a la víctima en calzoncillos.

- Sploshing. Otro fetiche de humillación cómica, como el wedgie. Consiste en embadurnar al sumiso con sustancias pringosas: nata, crema u otros fluidos viscosos, comestibles o no. Junto con la cera, el fetiche que más ensucia y que es más complejo a nivel logístico.

- Inyecciones. He tratado ya de este fetiche, que gira en torno a la humillación y el dolor de la inyección, y entrevistado a uno de sus practicantes (nunca mejor dicho) más activos. Evidentemente es necesario saber poner inyecciones; es un fetiche totalmente seguro si se saben poner y peligroso si no. Es tan doloroso como inocuo.

- Medical. Las inyecciones forman parte del fetiche médico, pero yo le llamaría medical de forma específica a disfrutar de la revisión médica. Que el "doctor" palpe con detenimiento las zonas íntimas del paciente, haciendo comentarios paternalistas y humillantes.

- Trampling. El fetiche de ser pisado, de que caminen encima de ti, es mucho más frecuente en heteros, a los que les suele gustar con zapatos de tacón. En gays es muy extraño, pero me lo han pedido alguna vez, y de forma exclusiva, no como parte de una sesión BDSM. Una variante es el pony playing, montarse encima del sumiso a cuatro patas como si fuera un pony.

- Asfixia sexual. Probablemente el fetiche más peligroso que existe y el único que se cobra víctimas mortales con cierta frecuencia. A algunas personas la falta de aire les produce un efecto de gran excitación, llegando al orgasmo en el momento en que se encuentran al borde del desmayo.


jueves, 27 de enero de 2022

¿A cuántas y a qué tipo de personas les gusta el BDSM?

La pregunta parece sencilla pero las respuestas difieren mucho, en parte porque vienen condicionadas por la manera en que se plantee la pregunta, algo que saben muy bien quienes hacen encuestas.

Entre lo primero que te aparece cuando buscas está esta web, https://es.statista.com/estadisticas/543275/espanoles-que-han-probado-el-sadomasoquismo-por-genero/, pero es de pago y en versión gratuita no deja ver ni cual es la fuente de la información, por lo que no tengo ni idea de si es fiable. Según ella, entre un 6 y 8 % de la población dice haber probado el "sadomasoquismo" y gustarle, frente a un 1 o 2 % que también lo ha probado pero no le gusta. A entre un 12 y un 20 % de la población le gustaría probarlo pero aun no lo ha hecho, y los que no están interesados serían entre un 72 y un 78 %.

 

Al margen de que los datos sean más o menos exactos, sí parece lógico que a un porcentaje alto de la población no le interese el BDSM, y menos aun si se usa el término sadomasoquismo, que, como he dicho muchas veces, es solo una parte del mismo y no estoy seguro que la más habitual. También parece lógico que a medida que aumenta la edad se incremente ligeramente el porcentaje de personas que lo han probado, y se reduzca el de quienes desean hacerlo pero no lo han hecho todavía, sencillamente porque con la edad se supone que vas ganando en experiencia y que lo que no has hecho aun es porque tienes claro que no te interesa. 

He aquí otra encuesta encargada por la famosa marca de preservativos Control, a la que evidentemente le interesan los hábitos sexuales de sus potenciales consumidores. http://xuventude.xunta.es/images/Observatorio_Galego_da_Xuventude/ano_2017/los-jovenes-y-el-sexo-control-2016.pdf 

 
Resulta curioso como, cuando se deja de usar la palabra sadomasoquismo, y en su lugar se pregunta a la gente si ha llevado a cabo prácticas de atar o de dominación, los porcentajes de los que responden afirmativamente se disparan. Pasamos del 6-8 % de la otra encuesta a un 15 % de hombres y 10 % de mujeres que han probado prácticas de dominación y un 25 % de hombres y 32 % de mujeres que han atado o sido atados. Luego está también un 26 % de hombres y un 21 % de mujeres que practican role playing, juegos de roles, no sabemos si relacionados o no con prácticas BDSM.

Que los encuestadores identifiquen lo que llaman sadomasoquismo con la dominación, pero pongan el bondage en otra categoría, como si no estuviera muchas veces solapado con otros juegos BDSM, demuestra la confusión que suele haber con todos estos conceptos.

Me ha sorprendido que las mujeres se sientan más atraídas por el bondage que los hombres; si me leen mujeres u hombres hetero podrán opinar sobre si les parece verosímil o no. No he encontrado estadísticas referidas a hombres gays, donde probablemente los porcentajes de practicantes de BDSM sean más elevados.

Brad Sagarin, un simpático investigador que lleva una web en la que intenta hacer una aproximación científica al mundo del BDSM, http://www.scienceofbdsm.com/, ha observado lo mismo: que cuando le preguntas a la gente si le gusta el sadomasoquismo solo encuentras entre un 1 y un 2 % de respuestas favorables, como ocurrió en un estudio llevado a cabo en Australia en 2008, pero si les preguntas si tienen fantasías de dominar o ser dominados sexualmente, las respuestas positivas suben hasta un 60 y un 53 % respectivamente entre los hombres. Podéis consultarlo aquí: https://www.psychologytoday.com/es/blog/la-sorprendente-psicologia-detras-del-sadomasoquismo

Los fetichistas somos los mejores según "la ciencia"

Sagarin cita también un par de artículos que, lejos del enfoque patológico que le siguen dando las instituciones científicas oficiales al BDSM, con conceptos como parafilia de trastorno sádico y masoquista, de los que hablaba en una entrada anterior del blog, llegan a la conclusión de que quienes practicamos BDSM tenemos, en promedio, mejor salud mental que la población que practica sexo convencional o vainilla: en concreto, niveles más bajos de depresión, ansiedad, estrés postraumático, sadismo psicológico, masoquismo psicológico, patología limítrofe y paranoia. Los que prefieren un rol dominante tendrían un perfil psicológico más positivo y saludable que los que prefieren ser sumisos, pero aun así estos últimos seguirían teniendo mejor salud mental que los vainilla. Si alguien quiere ver el estudio completo, lo tiene en este enlace.

Así que, si me propusiera hacer un tratamiento sesgado y manipulador, como suelen hacer los medios de comunicación, podría decir en grandes titulares que "la ciencia" dice que, o está "científicamente demostrado" que, quienes practicamos BDSM tenemos mejor salud mental y psicológica que la población general. Pero quienes realmente valoramos el método científico para intentar comprender y estudiar las cosas nunca utilizamos a "la ciencia" como un martillo con el que darles en la cabeza a los que tienen opiniones diferentes a la nuestra, como hace continuamente la gentucilla de la televisión y de los periódicos para imponer las ideas que les interesan a ellos y a las empresas que les pagan. Hay artículos científicos que afirman esto, es cierto, pero también "la ciencia" dice todo lo contrario, puesto que la OMS sigue hablando de trastornos mentales de sadismo y masoquismo y dando una definición de ellos ambigua y contradictoria, en la que a veces parece que podríamos encontrarnos todos los que nos gustan estos juegos.

¿Pero "la ciencia" puede decir una cosa y la contraria?

¿Cómo unos científicos pueden llegar a conclusiones tan diferentes de otros? Pues porque unos y otros parten de muestras de estudio muy sesgadas. Los que dicen que los fetichistas somos enfermos lo hacen a partir del estudio de personas que han muerto accidentalmente por practicar asfixia sexual, que han llegado a su consulta porque llevan a cabo prácticas extremas que les han producido lesiones, porque rechazan su sexualidad de una forma que les mueve a buscar ayuda profesional, o porque tienen cualquier otro problema. Al científico no le llega la información de mucha otra gente que lleva a cabo prácticas BDSM consensuadas y que las disfruta sin mayor trauma y sin pasar por el psiquiatra, y entonces cree que no existen; solo se entera de que existen estas prácticas a partir de casos patológicos y por lo tanto se piensa que las prácticas en sí mismas son una patología. 

Es un poco como la gente muy mayor o muy conservadora que identifica ser gay con ser travesti y trabajar en clubs nocturnos o en la prostitución porque esa es su experiencia del mundo gay; naturalmente han conocido a otros gays, pero no lo saben porque no les han dicho abiertamente que lo eran. No se les ocurre, y hasta cierto punto es comprensible que sea así, pensar que un hombre pueda preferir el sexo con otros hombres y tener algo parecido a "una vida normal". De hecho, por eso mismo los científicos hasta hace no mucho pensaban que la homosexualidad era también un trastorno mental: solo tenían noticia de que alguien era gay cuando llegaba a su clínica o a su consulta porque no aceptaba su sexualidad, o cuando lo detenía la policía.

Y ojo porque estos artículos científicos tan entusiastas sobre lo estupendos que somos quienes practicamos BDSM también están sesgados. Los científicos que los llevan a cabo no son conscientes de que están comparando un colectivo de personas que se autoafirman como fetichistas, que aceptan su sexualidad a pesar de un entorno poco favorable, y que están dispuestos a hablar de ella y a participar en un estudio científico, con un grupo control presuntamente vainilla que no tiene conciencia de pertenecer a ningún colectivo, que no ha tenido la necesidad de afirmarse como nada ni de plantearse nada sobre su sexualidad, sino que ha asumido la sexualidad que se le da por supuesta a todo el mundo, y en el que probablemente habrá fetichistas en el armario. Por supuesto que los primeros van a tener como promedio un perfil psicológico más sano que los segundos.

Imaginémonos un estudio que intentara comparar gays con heteros en un ambiente muy homófobo; ¿cuántos de los componentes del grupo de supuestos heteros no serán gays en el armario? En cambio está claro que los gays que se atreven a declararse como tales y participar en el estudio son muy valientes, están conformes con su sexualidad, y por lo tanto ya se está sesgando mucho su perfil psicológico. 

Es lo que ocurre cuando los científicos no son conscientes de que están mezclando algo no sé si biológico, pero desde luego instintivo e irracional, como el deseo sexual y hacia donde va dirigido, con conceptos culturales como ser gay o ser hetero, o, en este caso, como reconocerse parte de una comunidad BDSM o considerarse "normal" y fuera de esa comunidad. El error es hacer estudios en base a lo segundo, a personas que se dividen en grupos en base a conceptos culturales, y aplicar las conclusiones de dichos estudios a lo primero, a los impulsos sexuales.

Personalmente creo que las personas que nos gusta el BDSM, si consideramos todo el conjunto, los que lo admiten, los que lo admiten a medias y los que no lo admiten, no somos ni más ni menos cuerdas ni estamos  más ni menos locas que los demás, pero no puedo demostrarlo, ni creo que pueda demostrarse porque para hacer un estudio realmente científico sobre esta cuestión haría falta una aceptación mucho mayor de estas prácticas de la que existe hoy en día.

jueves, 13 de enero de 2022

El fetiche de las inyecciones: Entrevista con InyeccionIM

 

Tras hablar con un aficionado al spanking y con otro al ABDL, sigo interesado en entrevistar a fetichistas activos en las redes sociales. En esta ocasión ha accedido, muy amablemente, a responder a mis preguntas el tuitero que, desde Ecuador, administra la cuenta InyeccionIM, una de las más activas y más relevantes en español entre las dedicadas al fetichismo de las inyecciones. 

En su cuenta comparte fotos y vídeos de chicos recibiendo inyecciones en el culo; algunas de ellas son las que ilustran este post.

Se trata de un fetiche menos habitual y menos conocido que el bondage o el spanking, aunque forma parte del medical, el juego de rol médico - paciente, que ya es algo más frecuente; yo lo he practicado solo de manera muy esporádica, por eso tenía mucho interés en ver que nos contaba nuestro entrevistado.

 1- ¿Cómo empezó tu interés por las inyecciones?

Desde niño me sentia bien cuando me inyectaban, me dolia pero me gustaba.

2- ¿Te limitas a compartir material de chicos siendo inyectados o también lo practicas?

Lo practico muy poco pero sí comparto material en mi cuenta de Twitter.

3- El material que compartes, ¿es de fetichistas de las inyecciones? ¿O de chicos que se inyectan por razones médicas?

Es de fetiche porque si no les gustara no creo que grabaran un momento tan íntimo, jeje. 

4- ¿Cómo se inyecta de una manera segura? ¿Qué riesgos pueden existir?

Bajo prescrición medica o con líquidos que sepas que no te harán daño, que no eres alérgico. 

5- ¿Qué es lo que te excita en una inyección? ¿El miedo a la aguja? ¿El dolor? ¿La humillación?

Cuando al chico le bajan el pantalón, el boxer, cuando le soban con el algodón. En fin, todo, jejeje   

 


 6- Las inyecciones formarían parte de los fetiches médicos (medical). ¿Practicas otros fetiches de este tipo? ¿O fetiches no médicos, como spanking, bondage, etc.?

Las nalgadas también son parte del medical indiscutiblemente.

7- ¿Consideras que las inyecciones son una forma de dominación? ¿Tienen alguna relación con el BDSM?

No, son un fetiche diferente.

8- En el caso de que quedes con chicos para inyectarles o que te inyecten, ¿Mezclas el sexo convencional en tus prácticas fetichistas o son dos terrenos diferentes?

Si se da la ocacion si, si no me quedo con las inyecciones que les aplique.


9- ¿Es complicado encontrar a otros fetichistas de las inyecciones en tu país? ¿Existe una comunidad? 

Yo soy de Ecuador y acá se da muy poco, también por el que dirán las demás personas.   

10- ¿Qué te mueve a publicar fotos en redes sociales? ¿Darte a conocer para encontrar compañeros de juego? ¿Animar a otros a publicar material?

Las dos cosas; mediante mi cuenta en Twitter he descubierto mucha gente que me impulsa a publicar más cosas. Incluso se han vuelto colaboradores y me envían material para subir. 

 11- ¿Existe un mercado para vídeos comerciales de inyecciones?

No lo he visto. 

12- ¿Crees que existe un armario fetish? ¿En tu entorno conocen este aspecto de tu sexualidad? 

Claro que si, pero también existe todavía el que dirán.
 

13- ¿Qué webs o cuentas en redes sociales le recomendarías a alguien interesado en inyecciones?  

Por el momentp Twitter, que gratis y no nos restringen con normas y reglas tontas.
 

14- ¿Es complicado tener pareja para un amante de un fetichismo minoritario como el tuyo?

Sí, muy complicado. 

InyeccionIM envía además un saludo a todos los lectores; yo le envío a él un abrazo dándole las gracias por su atención.



martes, 4 de enero de 2022

La ciencia ante el BDSM: las parafilias

En el blog digo muchas veces que quienes tenemos sexualidades fetichistas no estamos enfermos ni tenemos ningún trauma ni trastorno. Pero ¿respalda la ciencia mi opinión? Pues sí, pero con no pocos matices que me disgustan. Vamos a verlo.

Las parafilias

La Organización Mundial de la Salud (OMS), una entidad vinculada a la ONU y por lo tanto de titularidad pública, es, al menos en teoría, la máxima autoridad científica a nivel mundial en temas de salud. La OMS actualiza periódicamente la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), de manera que se puede decir que una enfermedad existe oficialmente cuando está recogida en ese catálogo, o al encontrario, algo no es una enfermedad, o al menos no está oficialmente reconocido como una enfermedad, si no viene incluido en el CIE. De hecho, la homosexualidad dejó de ser oficialmente una enfermedad en 1990; hasta esa fecha venía recogida en el apartado de trastornos mentales del CIE.

Pues bien, la última versión del CIE, la número 11, sigue recogiendo en la categoría de trastornos mentales, del comportamiento y del neurodesarrollo, lo que denomina "parafilias". Para que os hagáis una idea, dentro de esa misma categoría figuran la esquizofrenia, la ansiedad, los trastornos obsesivo-compulsivos o los alimentarios. 

Así define la OMS lo que es una parafilia (https://icd.who.int/browse11/l-m/es#/http%3a%2f%2fid.who.int%2ficd%2fentity%2f2110604642). La negrita la he añadido yo:

Los trastornos parafílicos se caracterizan por patrones persistentes e intensos de excitación sexual atípica, que se manifiestan como pensamientos, fantasías, deseos intensos o conductas sexuales centrados en terceros cuya edad o situación los hace reacios o incapaces de consentir, y con respecto a los cuales la persona ha actuado o siente un marcado malestar. Los trastornos parafílicos pueden incluir patrones de excitación que implican comportamientos solitarios o personas que pueden dar su consentimiento solo cuando se asocian con un malestar marcado que no es simplemente el resultado del rechazo o el temor al rechazo de los demás debido al patrón de excitación, o se asocian con un riesgo significativo de lesión o muerte.

Las cosas van cambiando, pero no mucho

En principio la noticia es buena. Las diversas prácticas (bondage, spanking, etc.) que integran el BDSM, así como cualquier otra práctica fetichista, incluso aunque constituyan "patrones intensos" de comportamiento, no son una enfermedad por sí solos, según la OMS, sino que solo lo son cuando a la persona sus fantasías le provocan un malestar, y no por lo que otros puedan pensar, o bien cuando lleva sus prácticas a extremos que le producen lesiones graves, algo en lo que parece lógico estar de acuerdo. 

No obstante, algo sigue oliendo mal en esta definición. ¿Por qué esa distinción entre sexualidad típica y atípica? ¿Por qué no se define simplemente como trastorno sexual el que una persona sienta un malestar respecto a su sexualidad, sea esta o no típica? Muchas personas LGTBI sienten un malestar hacia su sexualidad, y también personas heterosexuales y cis sienten a veces también ese malestar, porque se consideran demasiado jóvenes o demasiado mayores para satisfacer su deseo sexual, porque se sienten atraídos hacia personas diferentes de su pareja, o por montones de otros posibles motivos. 

Sin embargo a la OMS parece costarle mucho más ver una patología en el malestar producido por el deseo sexual basado en la genitalidad y la penetración; en cambio, ante un deseo sexual atípico, ya tiene lista una etiqueta distintiva, parafilia, que usa a sabiendas del estigma que constituye.

Por otra parte, ¿cómo se puede diferenciar entre el malestar propio y el malestar producido por el rechazo de los demás a tu sexualidad? ¿No es evidente que lo primero la mayoría de las veces viene de lo segundo? En mi opinión, los científicos siguen sin comprender y sin respetar como sería deseable la diversidad sexual, y siguen haciendo con los fetichismos y las prácticas sexuales minoritarias lo que hasta hace 30 años hacían con la homosexualidad: en lugar de condenar el rechazo social y la incomprensión y el desprecio por parte de su entorno, ponen el foco en la persona que sufre ese rechazo y la culpabilizan diciendo que padece un trastorno mental. 

Lo que la comunidad científica parece estarnos diciendo es: vamos, que si vives mal tu sexualidad el problema es tuyo por ser un rarito. Bastante hemos hecho ya con aceptar que seas gay como para que ahora pretendas que aceptemos también tus perversiones (así lo llamaba la OMS, perversiones, hasta 1987, cuando cambiaron el término por parafilias); lo tuyo es un problema personal y además medicalizable, que así de paso hacemos negocio los médicos y las farmacéuticas con terapias y medicamentos.

Algunos diréis que estoy llevando las cosas un poco lejos al verlo así, pero, si seguimos investigando en lo que dice la OMS sobre las "parafilias", creo que se ve más claramente que el viejo y rancio concepto de "perversiones" sigue aún en la mente de muchos científicos y profesionales de la salud.

Definiciones incongruentes: no somos enfermos pero sí lo somos

La página que he mencionado hasta ahora es la de navegación del CIE, en la que la OMS se limita a establecer unas categorías genéricas que funcionan como bloques que engloban diferentes enfermedades más concretas. Luego existe también una herramienta de codificación, es decir, un sistema de códigos que identifican cada dolencia con información más específica y detallada.

Por lo tanto, la parafilia para la OMS no es una enfermedad concreta sino una forma de designar a un conjunto de enfermedades, un marco dentro del cual se engloban los "trastornos" siguientes, cada uno con su código: el fetichismo (entendido en un sentido estricto de excitarse ante objetos inanimados, no en el sentido más general que yo suelo utilizar), el exhibicionismo, el voyeurismo, la pedofilia, el sadomasoquismo y un cajón de sastre de "otras parafilias". 

https://icd.who.int/browse10/2016/en#/F65

Por lo tanto, en primer lugar, los científicos de la OMS ponen a las prácticas BDSM y a otros fetichismos al mismo nivel que comportamientos delictivos como el abuso de niños o el exhibicionismo, lo cual ya es todo un piropo. Y en segundo lugar, veamos como se define lo que llaman el "trastorno de sadomasoquismo" (lo siento solo lo he encontrado en inglés):

A preference for sexual activity which involves the infliction of pain or humiliation, or bondage. If the subject prefers to be the recipient of such stimulation this is called masochism; if the provider, sadism. Often an individual obtains sexual excitement from both sadistic and masochistic activities

Aquí ya no se hace ninguna diferenciación entre si estas preferencias le suponen o no un problema a quien las "padece": simplemente este tipo de deseos se consideran en cualquier circunstancia como un trastorno mental, con lo que la OMS se contradice claramente a sí misma entre unas secciones y otras de su mismo catálogo de enfermedades.

Esta contradicción probablemente viene de que la versión 11 del CIE todavía no tiene su propia herramienta de codificación, sino que dicha herramienta es la correspondiente a la versión 10 y la han prorrogado hasta 2022 sin actualizar los contenidos que chocan con la versión11. Vamos, que la OMS es un poco chapucera y dice digo donde en otros lados dice Diego.

El DSM, la otra "Biblia" científica sobre enfermedades mentales

Pero al hablar de enfermedades mentales, podría decirse que para la comunidad científica mundial la referencia más relevante, aun más que la OMS, es la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA en inglés) y su Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM), algo así como la Biblia de la salud mental.

Pues bien, la quinta y última versión del DSM recoge una definición de la parafilia muy semejante a la del CIE de la OMS: a sexual deviation where sexual arousal is obtained from a consistent pattern of inappropriate responses to objects or people, and in which the behaviors associated with the feelings are distressing and dysfunctional.

El DSM recoge en este apartado un catálogo de parafilias muy parecido al de la herramienta de codificación de la OMS, aunque el relativo a BDSM lo divide en 2: sadismo sexual y masoquismo sexual. Veamos por ejemplo, la definición que da del "trastorno de masoquismo sexual", puesto que la del sadismo es complementaria y casi idéntica (de nuevo viene solo en inglés, ya que la APA no es un organismo internacional):

Sexual masochism disorder is diagnosed in individuals who experience sexual arousal in response to extreme pain, humiliation, bondage, or torture.  The masochist will have unrelenting fantasies with urges to be beaten, bound or humiliated during sex (American Psychiatric Association, 2013).  Although behaviors associated with sexual masochism disorder are very prevalent, diagnostic criteria requires that the patient experience distress, such as shame, guilt or anxiety related to sexual fantasy, urges or sexual experiences. Milder forms of masochism between consenting adults, sometimes also referred to as "BDSM" or dominant and submissive, are not classified as disorders by the DSM-5.  Diagnosis occurs when certain criteria are met. 

Aquí ya no existe la incongruencia que veíamos en la OMS. Tanto en la definición genérica de parafilia como en la descripción codificada de sus diferentes variantes se distingue entre prácticas o fantasías patológicas y no patológicas. Me alegra que el DMS diga, con mucha más claridad que la OMS, que las personas que llevamos a cabo prácticas sexuales consentidas que implican humillación y/o dolor en forma no extrema no tenemos ningún tipo de trastorno.

No obstante, sigo objetando que por qué se ve solamente un trastorno mental en personas que sufren vergüenza, culpa o ansiedad respecto a su sexualidad cuando tienen deseos que se salen de lo convencional, y en cambio no cuando sus fantasías y prácticas sexuales giran en torno a la genitalidad y a la penetración. Y, por otra parte, por qué se meten en un mismo saco prácticas consensuadas entre adultos con otras que no tienen el consentimiento del otro (o ese consentimiento no es válido por tratarse de menores) y que por lo tanto son delictivas, como la pedofilia, el exhibicionismo o el voyeurismo.

Conclusiones: el BDSM está dejando de considerarse una enfermedad

Lo primero que hay que tener en cuenta es que "la ciencia" no es un bloque homogéneo sino una comunidad formada por científicos con opiniones diversas, y así debe ser, de lo contrario no se trataría de ciencia sino de religión. Aquí hemos hablado de la ciencia oficial o hegemónica, la de las instituciones más reconocidas, pero luego existe un número enorme de artículos de investigadores que matizan las opiniones de la OMS o del DMS, o que incluso discrepan de ellas. La ciencia es una creación humana y por lo tanto no es infalible ni eterna sino que está sujeta a cambios y revisiones continuos (porque si no dejaría de ser ciencia, insisto); y, desde luego, los científicos son seres humanos que, al igual que cualquier otro grupo de humanos, pueden estar contaminados por prejuicios ideológicos y morales. Prueba evidente de ello es que la ciencia oficial consideró a la homosexualidad como un trastorno mental hasta hace solo 30 años.

Por lo tanto podemos decir que la ciencia oficial (no la ciencia en su totalidad, insisto) está en proceso de despatologizar las prácticas sexuales no convencionales, tanto el BDSM como otros fetichismos. No obstante, en mi opinión esta transición de enfermedad a práctica sexual respetada no ha finalizado, insisto en que está todavía en proceso. No se podrá considerar finalizada mientras al BDSM y al fetichismo de materiales y objetos se les siga vinculando con el término "parafilias" y agrupando junto con prácticas no consentidas y fuera de la ley. 

Ojalá que este blog pueda ser un pequeño grano de arena para contribuir a la visibilidad de la sexualidad no convencional, ya que estoy convencido de que dicha visibilidad va a contribuir a que la comunidad científica continúe avanzando en la dirección de dejar de ver las formas menos convencionales de la sexualidad humana como trastornos mentales.