sábado, 2 de enero de 2021

Apps: El futuro del BDSM


Es una obviedad decir que las aplicaciones para móviles han cambiado el panorama del sexo gay (seguro que también del sexo hetero). En mi caso viví este cambio todavía con mayor intensidad porque durante los años 2000 busqué contactos BDSM a través de perfiles en páginas web como GayDar o GayRomeo, que los que tengán más de 30 años seguro que recuerdan, y luego me eché un novio vainilla y casi desaparecí del mapa fetish durante unos 7 años: reduje mis citas BDSM a un mínimo  durante el tiempo que duró la relación, por las dificultades que comentaba en otro post de compaginar el fetichismo y la vida de pareja.

El BDSM en el mundo Grindr

Cuando volví a la soltería en 2016 ya estaban en plena efervescencia las apps para ligar a través de los móviles, que yo no había llegado a conocer porque su boom me había pillado emparejado, y Grindr ya era la que dominaba el mercado y marcaba la pauta de cómo funcionaba el sexo gay en los nuevos tiempos. 

Me encontré con un mundo gay muy diferente al que recordaba: por un lado el BDSM ya no era ni mucho menos el tabú que había sido hasta entonces. Podía decir que me gustaba dar azotes, atar y someter a un chico y ya eran pocos los que me consideraban alguien con una tara o un trauma, digno de miedo, de compasión o de ambas cosas a la vez; al contrario, a cantidad de chicos les daba morbo o curiosidad el tema y, al menos Madrid y Barcelona, se habían convertido en ciudades modernas y ya no tan alejadas de otras capitales europeas en las que los fetichismos ya hacía tiempo que estaban a la orden del día.

Pero, como siempre ocurre, no todo era de color de rosa tras la explosión del sexo rápido que habían provocado las apps: el mundo gay se había vuelto muchísimo más desinhibido, pero también más deshumanizado. El esquema de sexo rápido e impersonal de Grindr se llevaba también al mundo BDSM, lo cual no es nada recomendable en prácticas que pueden tener su riesgo y para las que es muy recomendable la confianza en la persona con la que estás y no son buenas las prisas.

 Más cantidad pero menos intensidad

Resumiendo: encontrar un sumiso para una sesión esporádica ahora es algo relativamente fácil, mucho más de lo que nadie podría haber imaginado hace diez años, casi un sueño hecho realidad. Pero a la vez encontrar un sumiso fijo, o por lo menos habitual, creo que es más difícil que nunca; aunque al sumiso le guste la experiencia BDSM es muy difícil que quiera repetir, porque el exceso de oferta de las apps lleva a la búsqueda compulsiva de nuevas experiencias y de nuevas parejas sexuales, no a profundizar el contacto con las personas que ya has conocido. Para qué repetir cuando, por muy bueno que sea lo que he conocido, siempre puede haber algo mejor en el horizonte.

Si ya en el sexo vainilla la búsqueda del "polvazo" con un desconocido no suele ser la mejor política, porque el sexo suele ser mejor cuando ya conoces a alguien y sabes dónde, cuándo y cómo hacerle qué, y él sabe dónde, cuándo y cómo hacerte qué a ti, pues en el BDSM eso ocurre diez veces más. La primera sesión es una toma de contacto, y a partir de ahí se puede crecer y se pueden probar muchas cosas si hay un contacto regular entre el mismo amo y el mismo sumiso. Estar permanentemente empezando cada vez con un nuevo amo o un nuevo sumiso lleva a unas sesiones light, que son divertidas y cómodas, pero que no pueden tener el morbo ni la entrega que surge con el tiempo y la confianza en una relación D/s.

No quiero tampoco ser crítico con estas experiencias superficiales y estos sumisos de una sola sesión, porque un amo se forma y adquiere experiencia a partir del contacto con muchos sumisos y no podría saber lo que sé, ni seguir aprendiendo, sin estas sesiones esporádicas, pero a veces llegas a un punto en el que te apetece pasar a otro nivel, y eso requiere confianza y complicidad, no lo puedes hacer con un desconocido. Y la cultura del "aquí y ahora" de las apps hace esto muy difícil. En el BDSM las cosas llevan su tiempo.

 El futuro del BDSM

Cuando me empezaba a iniciar en este mundo, oía y leía por parte de muchas personas que el interés por el BDSM era un vestigio de la represión de la sexualidad gay en el pasado y que iría desapareciendo con el tiempo a medida que fueran surgiendo nuevas generaciones que no habían recibido azotes ni castigos corporales de pequeños y que vivían su identidad sexual como gays sin culpabilidad (lo comento solo como curiosidad para que os hagáis una idea de los prejuicios y las ideas absurdas que hasta hace nada se tenían sobre el BDSM). 

Pues bien, a la nueva generación de veinteañeros les atrae que les den azotes en el culo, que les aten y que les humillen probablemente más que en ninguna otra época anterior, porque son juegos que no tienen que ver con ningún sentimiento de culpa ni ningún trauma sino que simplemente estimulan la líbido de un porcentaje importante, aunque minoritario, de la población. Cuanta más desinhibición sexual hay, más personas se van a animar a probarlos y más van a descubrir que les gusta. 

Lo que sí puede ocurrir es que, si seguimos con esta progresión de sexo de consumo rápido y superficial, se pierda la posibilidad de avanzar y llegar a tener prácticas intensas pero seguras y desarrollar el vínculo de amo - sumiso necesario para llevarlas a cabo. Pero eso ya dependerá de nosotros; nosotros no actuamos como actuamos porque existe Grindr, sino que Grindr funciona así porque nosotros hemos elegido y elegimos todos los días que funcione así, o bien elegimos Grindr frente a otras aplicaciones porque funciona así y eso es lo que buscamos. Somos responsables de las opciones que tomamos, no víctimas de la sociedad, de Grindr ni de nadie; esto conviene no olvidarlo.

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