jueves, 8 de diciembre de 2016

Amos y sirvientes

Hace no mucho he leido Tormento, una novela de Galdós, uno de mis autores favoritos del que volveré a hablar por otro motivo. Uno de los personajes es el mozo o criado del protagonista, un indiano un tanto huraño que ha vuelto a España enriquecido para buscar esposa. El nuevo rico es noble y brutote y, tras haber descubierto algún enredo en el que se había metido su sirviente, este le pide que por favor no le pegue.

Por desgracia la novela, escrita en la segunda mitad del siglo XIX, no da mayores detalles acerca de si la petición del muchacho es atendida o no, pero la figura de un joven a las órdenes de un amo de mayor edad y nivel social como sirviente personal a su disposición permanente para todo tipo de recados es muy morbosa, y ha sido una realidad histórica durante siglos, como ya se contaba en el Lazarillo de Tormes. Es difícil saber con cuánta frecuencia los amos les pedirían servicios más íntimos a sus mozos, que normalmente convivían con ellos; es de suponer que no sería algo muy infrecuente. El amo se exponía a que el joven difundiera rumores sobre él o a ser incluso llevado a la justicia por sodomía, un delito grave en la época, pero el criado se lo pensaría más de una vez y probablemente se dejería meter mano de vez en cuando antes de dejar una casa con comida y cama caliente y un trabajo sencillo, de llevar y traer cartas o recoger la chaqueta de su amo del sastre, y tener que irse en su lugar a deslomarse en una fábrica insalubre y peligrosa por el mismo o menos dinero.

En cualquier caso, lo que sí podría hacer un amo con toda la tranquilidad en esa época sería ir a un establecimiento donde las fabricaran y comprar una vara para castigar a su sirviente. En Bearn o la sala de las muñecas, una de las obras más importantes de la literatura mallorquina, el narrador describe con horror como su padre azota a uno de los criados de la casa, una costumbre que califica de medieval y que se muestra en la adaptación al cine de la novela, que llevó a cabo Jaime Chávarri en 1983. Pero el reparo seguramente se debe a que el criado tenía más edad y una cierta jerarquía dentro de la casa; difícilmente le hubiera extrañado tanto el mismo castigo para un sirviente muy joven que no lleva a cabo ningún trabajo especializado. Como es natural, habría amos de carácter más fácil o más blando y otros más estrictos amigos de la mano dura.

El rol del criado sumiso y el morbo de los trajes de época no está muy explotado en la pornografía y la erótica gay actuales. El principal referente que se me ocurre para ilustrar este post es un dibujante sueco amante del spanking del que solo conozco su inicial, C. Sus dibujos, más que probablemente hechos a mano y escaneados, no son fáciles de encontrar y, aunque a muchos les pueda parecer una cutrez vintage, espero que otros sí sepáis apreciarlos.










Este es uno de mis dibujos favoritos. Representa un club en el que caballeros distinguidos van a disfrutar de jovencitos desnudos dominándolos y castigándolos.

En imagen real la gente de Sting pictures son quienes mejor han puesto en escena, también en clave de spanking, el rol del amo y el sirviente con escenografía victoriana:
 





1 comentario:

  1. Oye muy buenos todas tus publicaciones queria preguntar si vas a volvrr a subir algo de tu escrito de TRISTAN ME HA PARECIDO GENIAL Y ME GUSTARIA SEGUIR LEYENDOLO GRACIAS

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